La oficina de la Policía Local recibe entre 100 y 150 objetos perdidos cada semana

Alberto Mahía A CORUÑA

A CORUÑA CIUDAD

CESAR QUIAN

Cientos de llaves, móviles, carteras y hasta un canasto de gato esperan a sus propietarios en el cuartel del 092

19 abr 2019 . Actualizado a las 20:03 h.

Hace dos años, alguien se dejó un táper con macarrones en una parada de autobús y un buen ciudadano lo llevó a la oficina de objetos perdidos, donde estuvo hasta que la boloñesa empezó a oler. Este hallazgo da una idea de lo que puede aparecer en el cuartel de la Policía Local de Orillamar. Porque no solo se pierden móviles, llaves, carteras o cazadoras. También dentaduras, canastos para gatos o juguetes eróticos.

La caja a la que van a parar las prendas que la gente se encuentra concentra humanidades tan diferentes que conviene no macerarlas más tiempo del necesario. Lo que sí llama la atención son las llaves. Hay decenas de manojos de personas despistadas que se quedaron de puerta afuera. De casas, de coches, de la abuela Fina... incluso del «Rocho número 10». O del local comercial B-1 de sabe Dios dónde.

Un equipo de tres agentes de la Policía Local asumieron hace unos meses la gestión de la oficina de objetos perdidos y han puesto orden en unas instalaciones que guardan miles de pertenencias que la gente ha extraviado. Fueron ellos los que se encontraron con la mochila de Alba, la niña de 9 años perdió su cartera en enero y hace unos días la recuperó gracias al trabajo del personal de la oficina.

Es increíble lo que los ciudadanos pueden llegar a perder. Como increíble es que solo sean unos pocos los que acuden a la oficina después de extraviar un objeto. Esa falta de fe en encontrar lo perdido provocó que las dependencias se hayan quedado pequeñas y tuviesen que ampliar. Porque a la oficina llegan todas las semanas una media de entre 100 y 150 pertenencias de toda clase y condición.

«Si una persona pierde una muleta, que en principio es para ayudarle a caminar, ¿qué no perderá?». Quien habla es uno de los agentes que se encarga de gestionar los objetos perdidos que llegan a sus oficinas en Miguel Servet.

Llaveros, gafas de sol y bolsas, bolsos, bolsitos e incluso algunas mariconeras entran a diario en la oficina, estos días transformada en almacén de ropa y complementos por culpa de las bajas temperaturas. «La gente no anda muy acostumbrada a llevar guantes, bufandas o gorros, luego se mete en el bus o en un taxi, se los saca y los olvida». Y en verano, pasa lo contrario. Lo que se pierden son toallas, bañadores o gafas de bucear. El listado de objetos que llegan al 092 se puede consultar en la página web del Ayuntamiento. Cada semana se publica lo recogido. Llegan cerca de 6.000 objetos al año y más de la mitad no regresa a sus dueños.

Tienen caducidad. Si a los dos años no aparece el propietario de la cosa perdida, irá a manos de la persona que la entregó en la oficina. Cuando un ciudadano se presenta en dependencias municipales con un móvil que encontró en un bus, por ejemplo, deberá dejar todos sus datos y le entregarán un resguardo. Los agentes encargados, según explican, tratan de localizar al legítimo dueño si el objeto tiene alguna pista que lleve al mismo, «que casi nunca la tiene». A los dos años, quien lo halló, podrá regresar al cuartel con el resguardo y el móvil es suyo.

La picaresca brilla por su ausencia. «La gente realmente viene si ha perdido algo, porque le preguntamos todas las características del objeto. Aprovechados los hay en todos los sitios, pero aquí pierden el tiempo». Precisamente el tiempo es el que hace que mande la ropa de abrigo. Pero también hay lugar para perder un lote de cinco bragas, un guión de cine, un chupete, un balón de baloncesto, tres rollos de papel de regalo, un libro de tercero de ESO, el cepo del volante...