José Miguel Andrade, enfermo de párkinson: «Firmaría quedarme como estoy»

R. Domínguez A CORUÑA / LA VOZ

A CORUÑA CIUDAD

CESAR QUIAN

Enfermo desde hace años, no renuncia a su vida de antes y confía en que la medicina retrase el avance del párkinson

02 jul 2019 . Actualizado a las 18:36 h.

José Miguel Andrade Cernadas (A Coruña, 1963) es hijo, padre, esposo, profesor de Historia Medieval de la Universidade de Santiago y enfermo de párkinson. Este jueves colaboró con la asociación de afectados sumándose a una de las 28 mesas instaladas para conmemorar el día dedicado a una patología que en el 2040, cuando -como recuerda la campaña de la entidad- colonicemos Marte, convivamos con robots y los coches se piloten solos, será la enfermedad grave más común.

-¿Enfermo desde...?

-En junio hará dos años que me diagnosticaron, aunque los primeros síntomas son de hace al menos cuatro años.

-¿Qué le encendió la luz roja?

-Empecé a notar dificultades serias a la hora de escribir, me resultaba difícil escribir a mano y todas las tareas finas, colgar la ropa, cepillarme los dientes... Cuando fui al neurólogo, ya me dijo que era párkinson precoz.

«En una sociedad próspera es perfectamente reivindicable mayor inversión en salud»

-¿Cómo se asume?

-Fue un mazazo. En general, tenemos información muy sesgada. Yo me imaginé ya siendo un viejo prematuro. Pero la enfermedad tiene dramas varios, porque cada paciente es una historia diferente. Psicológicamente el momento inicial es incluso de duelo. Yo tardé en decírselo a la gente, excepto a mi familia y mis amigos más cercanos. Ahora lo saben mis compañeros e incluso mi alumnado. Incluso lo prefiero.

-¿Y el impacto en la familia?

-Es lo más difícil. Decírselo a mi mujer y a mis hijos... un mal trago. Me siento muy orgulloso de su reacción y, por su puesto de su cariño. Para mí fue particularmente complicado contárselo a mis padres. No es sencillo decirles a personas mayores que su hijo tiene una enfermedad crónica incurable. Me sorprendieron, lo afrontaron con entereza. Imagino que cuando yo no estoy delante lo vivirán de otra manera, pero fueron muy positivos y asertivos.

-Y lo afrontó.

-Yo empecé con tratamiento médico y contacté con la asociación Párkinson Galicia para la fisioterapia, la logopedia... voy también a aquagym, un programa, para pacientes de entre 45 y 55 años con diagnóstico de párkinson precoz. Hago deporte, Pilates... Pero afortunadamente sigo trabajando, con pequeñas dificultades pero sigo trabajando.

-¿Pequeñas?

-Pequeñas dificultades en la vida diaria. Como colocar el pen para dar clase, utilizar el ratón... y a veces me siento más espeso de lo que me gustaría para dar clase, pero sigo cumpliendo con mi función profesional. Sigo haciendo lo mismo que antes, más lento de movimiento, más lento de procesamiento intelectual, pero no he dejado de hacer absolutamente nada. Me cuido un poco más, eso sí. 

-¿Qué mensaje le gustaría trasladar en el Día del Párkinson¿ ¿De esperanza? ¿Reivindicativo?

-Las dos cosas. Esperanza porque, aunque es una enfermedad en la que me queda mucho por recorrer, crónica e incurable, otra cosa es paliar los efectos y retardar en el tiempo el empeoramiento. Esa es la confianza de los enfermos. Yo, desde luego, firmaría quedarme como estoy.

-¿Y qué reclamaría?

-Dos cosas. Una a nivel personal, aunque lo pido para otros afectados: a la hora de dar el primer diagnóstico, creo que los médicos deberían ser más cuidadosos y dar una noticia tan seria de una forma menos dramática, más suave. Yo lo viví con gran brusquedad. Igual es lo más eficaz, pero para el que la escucha es difícil de encajar.

-¿La otra?

-A nivel global es importante invertir mucho más en medios sanitarios. Que la visita al neurólogo no se dilate en el tiempo, y que haya más acceso a fisioterapia, psicólogos y a todos los medios complementarios de tratamiento. Creo que es perfectamente reivindicable en una sociedad próspera y del primer mundo.