«El párkinson es una enfermedad diferente en cada paciente»

R. DOMÍNGUEZ A CORUÑA /LA VOZ

A CORUÑA CIUDAD

ANGEL MANSO

Diego Santos, neurólogo del Chuac, confía en el avance de los estudios de inmunoterapia para desarrollar una cura

05 abr 2019 . Actualizado a las 20:04 h.

Diego Santos García (León, 1978) es neurólogo en el Chuac «desde el 16 de enero», apunta este facultativo que se hizo médico en Valladolid, cursó la especialidad en el hospital de Santiago y trabajó desde el 2007 en el de Ferrol. Hace ya diez años que se centra, sobre todo, en los trastornos del movimiento, por lo que en el 2011 fue Premio al Mejor Neurólogo Joven de la Sociedad Española de Neurología. Coordinador en proyectos de investigación nacional, ayer participó en las jornadas sobre el párkinson que, organizadas por el Chuac y la asociación de pacientes, se celebraron en la Fundación Barrié.

-¿El párkinson va a más?

-La prevalencia estimada es 150-200 casos por 100.000 habitantes. Faltan estudios epidemiológicos en Galicia y en España. Se viene reclamando desde hace tiempo un registro nacional, para conocer precisamente la frecuencia.

-¿Cómo vamos de tratamiento?

-Siempre le digo a los pacientes que en comparación con otras enfermedades tenemos muchas opciones. Hay muchos fármacos orales, bastantes tratamientos que se pueden combinar para mejorar los síntomas.

-¿Y de segunda línea?

-Cuando el paciente se complica, porque empiezan las secuelas motoras o el tratamiento solo funciona unas horas, se pueden plantear los tratamientos de segunda línea: la cirugía y el uso de bombas de apomorfina y duodopa. Por fortuna en Galicia contamos con un centro de referencia para cirugía del párkinson en Santiago, tiene mucha experiencia. Y las bombas se están aplicando progresivamente cada vez en más centros. Comparando con otras comunidades autónomas, en general el manejo del paciente avanzado aquí no es malo.

-¿Todo es mejorable?

-Eso siempre. La identificación de los pacientes subsidiarios se puede mejorar, y eso pasa primero por el conocimiento, y para eso claro, se necesitan recursos, tiempo, personal...

-¿Quiénes se pueden beneficiar de esas terapias?

-Influye mucho la edad de debut. Los que empiezan más mayores a veces no desarrollan fluctuaciones clínicas, aunque sí demencias o trastornos de conducta y no son candidatos a estas terapias. Pero en los más jóvenes suelen llegar a estas fluctuaciones, la medicación hace efecto solo durante un tiempo. Para estos pacientes, si no tienen contraindicaciones, esta línea les va bien. Al final son terapias sintomáticas que persiguen eso, reducir los síntomas y mejorar la calidad de vida y la autonomía.

-La cura aún está por llegar.

-El párkinson no tiene cura, como muchas otras enfermedades neurodegenerativas. Pero en contra de lo que la gente piensa, sí se está investigando para frenar la progresión, ya no solo en fármacos sintomáticos, sino curativos. El problema de las enfermedades degenerativas es que siempre hay que readaptarse a situaciones nuevas. En los primeros años, asumido el diagnóstico, se pasa la fase luna de miel, pero luego llegan las complicaciones y hay que readaptarse.

-Lo degenerativo siempre asusta.

-Claro, pero en esta enfermedad y en otras, alzhéimer, ELA… son crónicas, para toda la vida y es una etiqueta que no se quitan. Los pacientes te dicen que esa es una mochila que pesa siempre.

-¿Es lo que más le preocupa?

-Al paciente lo que más le preocupa es el diagnóstico. Muchos consultan por temblor, aunque no todos lo tienen y la enfermedad todavía es bastante desconocida, y tienen miedo a que sea párkinson. Una vez que está el diagnóstico, es intrínseco en el ser humano preocuparse por el pronóstico y saber cómo va a ser su evolución. Hay pacientes que lo aceptan bien y viven de forma más o menos despreocupada, intentan seguir con su vida. Hay otros en los que la situación es más complicada, depende de la evolución y las circunstancias, porque al final el párkinson en una enfermedad diferente en cada enfermo. Pero lo que más importa es el pronóstico y cómo afrontar el día a día.

-¿Cúales son las investigaciones más esperanzadoras?

-Dentro del fin curativo está la inmunoterapia contra la proteína que se deposita en el cerebro. La intención que se administre pronto, pero estamos en una situación de incertidumbre, parece que es segura pero queda verlos resultados, la eficacia. Hay ensayos ya centrados en evaluar la progresión. Es una situación de interrogante. Hay que seguir investigando.

-¿Se refiere a una vacuna?

-Sí, a través de inmunoterapia activa, una vacuna para evitar que el paciente desarrolle anticuerpos, o de la inmunoterapia pasiva, administrar los anticuerpos ya sintetizados.

 

«Estamos investigando cómo predecir la evolución» 

Además de la asistencia, Diego Santos dedica parte de su tiempo a investigar

-Desde Galicia.

-Sí, aquí hay investigación básica y clínica. En el Chuac vamos a participar en varios ensayos. Y desde Galicia se realiza el estudio Coppadis con una población muy importante, 700 casos de 35 hospitales de toda España, con un seguimiento de 5 años. Se trata de estudiar en detalle la evolución para poder identificar factores predictores de determinadas complicaciones. Nos va a permitir predecir que un paciente va a desarrollar problemas motoros, demencias, cuadros psicóticos... En cierto modo es responder a la pregunta de cómo va a evolucionar el paciente cuando lo diagnostico, con datos clínicos, de neuroimagen y genéticos. Está promovido por la Fundación Curemos el Párkinson.

-¿Resultados?

-Van despacio, hay diferentes publicaciones en proceso… Por ejemplo, en pacientes con poco tiempo de evolución, de tres años, en el grupo con fluctuaciones, de en torno al 20 %, la carga de síntomas motoros es mayor y su calidad de vida es inferior.

-Eso significa que…

-Que como médico hay que estar muy alerta y preguntar por estos síntomas, y adaptar las evaluaciones. La práctica clínica debe adaptarse a la situación del paciente, unos tendrán que ser revisados una vez al año, y otros cada dos o tres meses.

-¿Qué se puede hacer?

-Aparte de los fármacos, son importantes las terapias complementarias: el ejercicio, la fisioterapia, la estimulación cognitiva, la logopedia, la terapia ocupacional. Ayudan a mejorar la situación del enfermo. Hay veces que uno no sabe dónde encontrarlas, pero a día de hoy donde más experiencia hay es en las asociaciones de pacientes. Y es muy importante que el cuidador, soporte básico, no esté sobrecargado.