A Maquía, Albeiras... y ahora Furancho

Pablo Portabales
pablo portabales A CORUÑA

A CORUÑA CIUDAD

EDUARDO PEREZ

Álex Lista inauguró Furancho, brasa clandestina, una apuesta por la comida tradicional en un local de la Cuesta de la Unión que hace años fue muy conocido

04 abr 2019 . Actualizado a las 05:00 h.

Es un local mítico. El del tejadito al inicio de la bajada de Gómez Zamalloa, ahora Cuesta de la Unión. El martes por la noche acudí a la inauguración de Furancho, brasa clandestina, que es como se llama ahora el negocio. Ocupa este bajo con sabor a mesón de toda la vida que los actuales propietarios supieron mantener. «Lo más difícil fue no perder la esencia del furancho y, al mismo tiempo, que no pareciese cutre ni viejo. Mantenemos la madera y la estructura base, pero estuvimos cinco meses de reforma. Lo tradicional es una cosa y lo cutre es otra», asegura Álex Lista, que está al frente del proyecto. Colgaron laurel en distintos puntos para evocar aquellos furanchos que no podían identificarse de otra manera. «Nos gustó este local porque queríamos una línea de cocina tradicional donde el producto fuese la base y también apostamos por la brasa. Se puede comer tortilla, calamares o croquetas y chuletones, pollo, costilla o mariscos a la plancha», resume Álex. De los fuegos se encarga Christian Rickert, que a pesar del nombre y apellido es ya un coruñés más y con dilatada experiencia en el sector. Durante la inauguración debatí con los abogados coruñeses Ignacio Caruncho y Eduardo de Carricarte sobre los distintos nombres que tuvo el local a lo largo de los últimos treinta años. El primero fue A Maquía, después mesón Albeiras, que regentaba Miguelón y que fue la sede de la peña Bebeto. «Allí conocí a Djukic o a Rivaldo. Se tomaba un vermú solera impresionante», recuerda el presentador Xosé Ramón Gayoso. Y lo frecuentaba mucho el inolvidable José Luis Vara Olveira, que marcó una época en el Deportivo. Con menos éxito funcionó bajo los nombres de O Alpendre o El Granero, entre otros, en los años posteriores. Lo cierto es que entre aquellas maderas disfrutaron durante más de tres decenios miles de coruñeses. Ahora resurge con su brasa clandestina. Ahí tienen al equipo, fotografiado desde el comedor del piso superior.