Nuestro cantor más entusiasta

Antonio Sandoval Rey A CORUÑA

A CORUÑA CIUDAD

Antonio Sandoval Rey

El chochín común se puede escuchar durante todo el año

25 mar 2019 . Actualizado a las 09:27 h.

Para este pequeño pájaro casi siempre hay motivo para cantar. Sobre todo, si brilla el sol tanto como lo hará hoy. Estoy de paseo madrugador por la ladera que desciende hacia el mar desde el obelisco Millenium, y me acabo de encontrar uno justo cuando el sol comenzaba a asomar más allá de Monte Alto. Encaramado a una ramita en la que aun no se han abierto las yemas, me mira tan atento que hasta parece sentir una vanidosa curiosidad por la impresión que sus acordes hayan podido causar en mí. No es así, claro.

Lo más probable es que esté calculando si voy a seguir aproximándome a él o no. Y, en consecuencia, si debe largarse con su música a otra parte.

Con toda la deferencia de que soy capaz ante la evidente necesidad de expresión de este chochín común, detengo mi caminata para convertirme en su público. Y porque la verdadera destinataria de su melodía debe de estar intentando escuchar, y no es mi intención suspender su primera sesión musical del día. Este es el hogar de ambos, yo solo estoy de paso. Así que procuro resultar un intruso lo menos incómodo posible.

De nuevo el chochín rompe a cantar, y su vehemente sonoridad resulta tan eufórica que contagia del mejor tipo de entusiasmo este corazón humano. También el de un congénere suyo, que tararea unos cuantos setos más allá. Este, indignado, vuela de inmediato a explicarle que no desea compartir esta zona con otro divo.

Desaparecen ambos tras la espesura. Son tan pequeños que podrían confundirse con vivaces ratones de color castaño rojizo y cola muy breve. Desde esa cola hasta el pico, un poco curvado hacia abajo, hay en torno a diez centímetros. Pocos ejemplares pasan de los diez gramos de peso. 

Muy pequeños y activos

Al chochín común todo lo que le falta de volumen lo tiene, y de sobra, en vitalidad. Salvo en las noches de fuerte helada. Entonces deben disponer de un refugio lo suficientemente cálido como para no perder temperatura de manera fatal. En ocasiones se protegen a base de compañerismo, y eso que durante el día son muy individualistas y territoriales. Así es como, en algunas zonas del norte de Europa, se han encontrado dormitorios comunes de más de treinta ejemplares, apretados hasta formar una bola de plumas, picos y patas. 

Trogloditas

Cada macho esconde sus nidos en los huecos de muros, grietas entre piedras, y todo tipo de lugares similares. De ahí su llamativo nombre científico: Troglodytes troglodytes. Los fabrica, hasta siete diferentes, con hierbas, líquenes y musgo. Es su pareja quien elige el mejor y lo perfecciona hasta que adquiere la forma de una esfera con una pequeña entrada. O bueno, sus parejas. La poligamia no es un problema ni para ellos ni para ellas. Cada mamá pone en torno a cinco o siete huevos minúsculos. Cada uno de ellos, como una semilla de música para dentro de unos meses.

Ahí regresa este, a esa ramita que tanto parece gustarle. Se posa, sube hasta lo más alto, me mira de reojo y echa a cantar con un ímpetu de lo más resuelto.

Señal de alerta

Cuando están inquietos, los chochines repiten un churrr, y un tetectectec... muy característicos, que permite saber si están cerca. A la vez, suben y bajan la corta cola de manera muy graciosa.

 Cuenta suetonio...

...que el día anterior al asesinato de Julio César, en los Idus de marzo del año 44 antes de nuestra era, un chochín fue asesinado en el mismo lugar por otras aves. En su opinión, fue un claro augurio de aquel crimen.