La odisea de encontrar un aparcamiento libre cerca de un hospital en A Coruña

Eduardo Eiroa Millares
Eduardo EIroa A CORUÑA / LA VOZ

A CORUÑA CIUDAD

Miles de conductores se buscan la vida a diario para evitar pagar los párkings, cuando los hay

06 dic 2019 . Actualizado a las 18:58 h.

La anunciada supresión de plazas de aparcamiento en el entorno del materno por la construcción del carril bici ha puesto de relieve un problema endémico en la ciudad, el de encontrar un sitio en el entorno de los centros médicos y hospitales más importantes sin tener que desembolsar lo que pidan en el párking, cuando los hay, porque tampoco abundan.

Javier Rivera, estacionado en doble fila en la Maestranza a la espera de un hueco donde estacionar para acudir al Abente y Lago, es un caso paradigmático de ese hospital: «Estou a esperar a que saia un para meterme, pero aquí en menos de media hora non atopas, e iso se ao final aparece un oco», dice. Su caso resume las carencias de ese centro. Acude dos veces al mes a llevar allí a una persona de 90 años, la deja en la puerta y se va a buscar el anhelado sitio. A veces, cuando lo encuentra, tiene que esperar después a que salga primero el que tiene delante en doble fila, que suele ser también otro usuario del hospital que, perdida la paciencia, abandonó allí el coche. No va al párking del Parrote, pero no por el precio, sino porque está lejos. Al final, lo más útil para que una persona vaya al hospital es que la acompañen otras dos: una para ir con ella a la consulta y otra para esperar sentada en el coche.

En el Abente y Lago no hay alternativa para quien tiene algún problema de movilidad, como tampoco la hay en el Ventorrillo, donde no es infrecuente que se llene el pequeño párking privado que hay en Alcalde Jaime Hervada. Allí los coches dan vueltas con paciencia y abarrotan la calle Francisco Miguel y Monasterio de Caaveiro. Todo vale: doble fila, pasos de peatones, aceras...

Un problema similar se topan los que acuden al hospital de Oza, desahogado urbanísticamente y menos frecuentado, pero también diseñado sin párking. En el que hay, para unos 50 coches, se apelotonan unos contra otros y no es infrecuente que acuda allí la grúa a retirar alguno, porque el párking sirve además para que el bus dé la vuelta y a veces los conductores abandonan sus coches en las zonas reservadas al urbano bloqueando su paso. Más arriba, casi a la altura de Servisa, muchos optan por estacionar en viejas zonas verdes e incluso bloqueando la acera de lado a lado en un lugar donde no es infrecuente ver sillas de ruedas obligadas así a sortear coches por el asfalto. Quien no tiene problemas para subir y bajar escaleras puede estacionar abajo, en el puerto, salvo en verano, cuando aquello también está saturado.

«Tuve suerte, bajé por aquí y encontré sitio, pero entiendo que no es nada fácil», dice Mario Honrado, bajando por la empinada cuesta que va del materno a la ría y donde la carretera, de doble sentido, realmente es de uno porque hay coches a los dos lados. Cuando uno sube y otro baja toca dar marcha atrás. Por allí los coches aparecen en cualquier sitio donde quepan.

El clásico del aparcamiento improvisado sigue siendo, con todo, el Chuac. Por Inés de Ben y Curramontes los hay en isletas vegetales o encajonados entre árboles. Es cierto que allí existe uno de los mayores aparcamientos de A Coruña, con 1.200 plazas en rotación, pero también lo es que quienes acuden al hospital para largas estancias prefieren ahorrarse -o no pueden pagar- los 1,875 euros la hora que cuesta dejar allí el coche. Buscar sitio libre allí resulta complicado y, cronómetro en mano, encontrarlo en menos de media hora se puede considerar un éxito.