José Miguel Barrachina: «En el Himalaya te das cuenta de que nos preocupamos por tonterías»

FErnando Molezún A CORUÑA / LA VOZ

A CORUÑA CIUDAD

Barrachina, en el Everest
Barrachina, en el Everest

El deportista coruñés ha participado este invierno en una dura carrera de 170 kilómetros en el Everest

14 ene 2019 . Actualizado a las 09:36 h.

Imagínense correr 170 kilómetros en seis días por el corazón del Himalaya, a más de 4.000 metros de altitud y llevando encima todo lo que necesitas para sobrevivir. No es una película, es la Everest Trail Race, una de las carreras de montaña más duras que hay y en la que participó recientemente el coruñés de 49 años José Miguel Barrachina, que relató su experiencia -vivida junto a otro coruñés participante, Alberto Pousada- en una conferencia en la R.S.D. Hípica.

-¿Cómo quedó en la clasificación?

-En el puesto once y la carrera la empezamos unos 63. Y dentro de mi categoría, de entre 40 y 50 años, quedé de cuarto. Iba a quedar tercero, pero no pude con un suizo que me adelantó por un atajo.

-¿Cómo es esta Everest Trail Race?

-Es el recorrido que hizo Edmund Hillary, el primero en coronar el Everest, a los pies de la montaña. Es una prueba en autosuficiencia técnica, es decir, que todo el equipo que necesites tienes que llevarlo encima, excepto la comida. Consta de seis etapas, que a veces parecen cortas pero tienen trampa. Hay alguna de treinta kilómetros, pero que tiene unos desniveles enormes, hasta sumar 30.000 metros de desnivel. Y a esa altitud subir y bajar cuesta lo suyo, te quedas sin oxígeno y tienes que seguir corriendo, esperando para hidratarte al llegar al puesto de avituallamiento.

-¿Qué es lo que le resultó más duro de la carrera?

-Quizás el frío. Acabas la carrera y no tienes apenas posibilidad de lavarte, como llevas poca ropa tampoco puedes cambiarte, y cuando paras te congelas. Tienes que abrigarte como puedes y esperar a que seque la ropa. Pero lo que más me marcó es lo que ves allí.

-Un paisaje único...

-Sí, pero me refiero sobre todo a las gentes. Son unas circunstancias de vida dificilísimas. Ves a los niños sin apenas comida, en chanclas, sin luz ni agua a 4.000 metros de altitud, con solo un caminito para acceder a sus casas por el medio de la montaña. Te dan la comida en los avituallamientos y es muy difícil quedarte con ella, se la terminas dando a los niños. Es una carrera dura a nivel físico, pero también a nivel emocional. Allí te das cuenta de que solemos preocuparnos por tonterías. Ellos se preocupan por sobrevivir, mientras nosotros lo hacemos por vivir mejor.

-¿Se había enfrentado antes a una prueba tan exigente?

-Carreras largas como esta, ultra trails de más de cien kilómetros, he corrido 19. Cada una tiene sus peculiaridades. Esta no la había hecho porque es muy cara, pero tuve la suerte de contar con el patrocinio de Movistar. Era un sueño para mí. Pero he hecho alguna más dura. La ultra trail del Mont Blanc son también 170 kilómetros, pero seguidos, no por etapas. Me llevó 39 horas, sin parar.

-¿Cuál es el próximo reto?

-Hay pruebas más duras. O, mejor dicho, más temerarias. Ahora mismo no veo ninguna carrera imposible de hacer. Pero, por ejemplo, las que van por el Polo Norte me parecen demasiado arriesgadas, porque ahí el éxito no depende tanto de la persona, sino de factores externos como las condiciones meteorológicas. La del Everest ya es peligrosa, pero al final sabes que tienes capacidad de decisión, que puedes dar la vuelta y ponerte a salvo en cinco horas si la cosa se pone muy mal. Pero en el Polo Norte, te pilla una tempestad y ahí te quedas. Hay una en Mongolia en agosto que me gustaría mucho hacer. Es parecida a la del Everest. Tendré que cuadrar las vacaciones.

«He visto correr a auténticos superhéroes, gente a la que le falta una pierna, o ciegos en el desierto del Sáhara»

José Miguel Barrachina resta méritos a sus proezas deportivas, a las que llegó como reto para demostrarle a sus hijos que no hay nada imposible si se pone el empeño necesario.

-¿Qué le lleva a meterse en estas pruebas tan duras?

-Empecé con la idea de que mis hijos pudieran tener un ejemplo de esfuerzo y superación en mí. Siempre me gustó el deporte y he participado en un sinfín de maratones, pero llega un momento en que necesitas dar un paso más. Y cuando nacieron mis hijos quise demostrar que puedes conseguir lo que te plantees en la vida, que no hay que acobardarse ante ningún reto. Así que empecé a hacer algún Iron Man y carreras de larga distancia, una por el Sáhara por etapas, y travesías largas a nado. Poco a poco fui envenenándome y cuando me di cuenta resulta que se había convertido en una pasión.

-En la montaña tiene que pasar algún momento de flaqueza.

-Claro que hay malos momentos, pero intento tener pensamientos positivos. Además, debo de tener muy mala memoria, porque cuando acabo la carrera se me olvidan los malos ratos enseguida, solo me acuerdo de lo bueno y pienso en hacer otra. De todos modos, sí que pasas por momentos duros. Cuando fui al Mont Blanc, mi padre estaba en el hospital muy enfermo, a punto de morir, pero me pidió que fuera y que corriera. Corrí, se me caían las lágrimas, pero en el fondo supongo que eso me daba fuerzas.

-No le debe de faltar mucho para considerarse un superhéroe.

-Yo no, pero he visto algunos correr a mi lado. En cada carrera encuentras siempre a alguien a quien le falta una pierna, o ciego, como uno que corrió conmigo en el desierto del Sáhara. Esos sí que son auténticos superhéroes.