Ana Patiño: «La ayuda importa. En cáncer infantil no hay euro que no valga para nada»

Loreto Silvoso
LORETO SILVOSO A CORUÑA / LA VOZ

A CORUÑA CIUDAD

CESAR QUIAN

Su fundación Niños contra el Cáncer promueve la investigación desde Navarra

13 ene 2019 . Actualizado a las 22:16 h.

Ana Patiño García (A Coruña, 1968) es una prestigiosa genetista especializada en el desarrollo de terapias avanzadas para tumores infantiles que no tienen cura en la actualidad.

-Niño y cáncer son dos palabras que no deberían ir juntas nunca.

-No deberían ir juntas, pero el cáncer es la primera causa de mortandad en el niño; e impacta en un ámbito social muy amplio. Mueve y conmueve mucho más.

-¿Se puede catalogar de enfermedad rara por su baja incidencia?

-Menos de 5 casos por 10.000 habitantes es una enfermedad rara. Y el cáncer infantil lo es.

-¿Por eso no está más desarrollada la investigación?

-Nosotros hemos conseguido financiar un laboratorio que se dedica a desarrollar terapias alternativas para tumores pediátricos que no tienen curación.

-Pero, ¿el micromecenazgo es importante? Hablo de asociaciones como Nico contra el Cáncer.

-O la asociación Pablo Ugarte, El sueño de Vicky, Aladina…

Toda ayuda importa. No hay euro que no valga para nada. Nuestra fundación Niños contra el Cáncer promueve la información, porque muchas veces hay familias que no saben a quién dirigirse. Queremos que nos conozca todo el mundo para intentar orientarles. No en nuestro centro, sino donde esté la solución.

-Primero fue la radioterapia, la quimioterapia y ahora se habla de la inmunoterapia y de la protonterapia. ¿Se trata de condensar cada vez más la dosis?

-Sí, la protonterapia consigue lanzar, a costa de una toxicidad muy baja, una dosis muy alta en un área muy pequeña.

-¿Es una esperanza?

-En el futuro, gran parte de la población será superviviente del cáncer. Queremos que estén lo mejor posible, no con dolencias derivadas de los tratamientos.

-Mujer y ciencia. ¿Por qué lo tenéis más complicado las científicas para llegar arriba?

-En la ciencia pasa como en el mundo de la cocina: Hay dos o tres gurús que son maravillosos, pero las que hacemos la ciencia buena, de base, somos cientos de miles de mujeres.

-¿Se ha sentido discriminada?

-Yo no he sufrido el techo de cristal, pero claro que lo veo. ¿Por qué no estamos dirigiendo los servicios las mujeres? Las cincuentonas hemos llegado un pelín tarde, pero nuestras hijas sí que van a estar ahí.

-¿Cómo se han repartido en su casa las tareas del hogar?

-Mi marido y yo hemos hecho una distribución por ministerios [sonríe]. Yo me ocupo de los míos y él de los suyos. No valgo para ser una madre mártir.

«Llevo treinta años rigurosamente feliz, morriñosa y emigrante en Navarra»

Aunque lleva treinta años por tierras pamplonicas, la catedrática de Pediatría Ana Patiño regresa a menudo a su mar de A Coruña, ese que lleva dando de comer a su familia desde hace décadas. «Todo lo que sea del mar me lo como. ¡Como si es una bota!», bromea.

-¡Lo que ha dado el mar de los Patiños!

-¡Pues sí! Mi vida está muy vinculada al muelle de A Coruña. Soy hermana, hija, nieta y bisnieta de subastadores de pescado. Por eso me encanta todo lo que tenga que ver con el mar.

-El caso es que en Pamplona no lo tiene tan cerca como aquí.

-No. Echo tanto de menos el mar que, cuando vengo, al entrar por Betanzos, veo la ría y ya me cambia la melatonina.

-¿Solo con ver la ría?

-Sí [risas]. Y echo de menos la estrechez de A Coruña, que haya playa a un lado y al otro y, un poco más allá, el muro.

-¿Qué más echa de menos cuando está allá?

-Estar en la calle. En Pamplona la gente come y bebe dentro de los sitios; aquí, en cambio, estamos en la calle. ¡Nadie piensa en entrar en La Bombilla para sentarse a comer un pincho!

-Bueeno, algo le gustará de allá.

-Sueno un poco ingrata, porque a mí Navarra me acogió y me dio una oportunidad laboral que es un privilegio. Primero me dio un marido y dos hijas y una familia política que son maravillosos. Llevo treinta años rigurosamente feliz, morriñosa y emigrante.

-Coruñesa del barrio de Cuatro Caminos, lleva treinta años en Navarra pero ¿cómo acabó allí?

-Pues porque fui a estudiar por un par de años y allí me quedé. A A Coruña regreso siempre que puedo. Suelo estar deseando llegar para estar con mi familia.