Dudas y certezas sobre el nuevo carril bici de A Coruña

Eduardo Eiroa Millares
E. Eiroa A CORUÑA / LA VOZ

A CORUÑA CIUDAD

MARCOS MÍGUEZ

La infraestructura nace con críticas sobre su diseño y con algunos puntos conflictivos

14 ene 2019 . Actualizado a las 19:47 h.

Durante el actual mandato los cambios en la movilidad en la ciudad se ceñirán casi en exclusiva al carril bici. Las bicicletas fueron la apuesta de la Marea por renovar la forma de desplazarse por A Coruña, aparcando otros proyectos como la reposición del carril bus, que se ha quedado sin fecha y sin que se conozca, si finalmente se hace, su trazado. Sí está claro cuál será el de un carril bici que va tomando forma en sus dos ramales principales, el metropolitano, que por el litoral unirá el paseo marítimo y el centro con el puente de A Pasaxe, y el que facilitará los desplazamientos hacia Matogrande y la universidad partiendo desde la Palloza. En total, una inversión cercana a los 1,5 millones -a los que hay que sumar las futuras obras en las rotondas de Ramón y Cajal- destinados a convencer a los vecinos de que dejen el coche en casa y se pasen a la bici. ¿Cumplirá el carril bici ese objetivo? Lo probamos para conocer sus potencialidades y sus defectos.

Monelos

Partimos de la avenida de Monelos y recorremos hacia la ronda de Outeiro el nuevo tramo. En los primeros metros se perciben dos problemas que serán algo habitual en todo el recorrido: el carril es estrecho, es muy difícil adelantar a otro ciclista que vaya más despacio, y el firme no está renovado. Con todo, la separación del tráfico sí permite circular con seguridad.

Pérez Ardá

En Pérez Ardá el ciclista ha de tener cuidado ?sortearlos es prácticamente imposible? con charcos, tapas de registro y sumideros. El asfalto no ha cambiado y solo se delimitó con bolardos el carril. Allí, los coches que habitualmente aparcaban inutilizando un carril de circulación, solo han desplazado el problemas hacia afuera: siguen estacionando incorrectamente en paralelo al carril bici.

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Ronda de Outeiro

Hay carril hasta el cruce con la Merced. El problema es que tanto en la entrada como en la salida hay que esquivar contenedores, que no han cambiado de sitio. En este tramo los coches aparcan en paralelo al carril, haciendo de barrera que separa a los ciclistas del tráfico. Lo que falla es que muchos conductores no respetan las líneas y se acercan demasiado al carril bici. Si alguien abre la puerta sin mirar, el ciclista se verá en aprietos. Además, la cuesta de la ronda no es apta para todos los públicos: hay demasiada pendiente para que cualquiera pueda subirla.

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Avenida del ejército

De la ronda a la avenida del Ejército se llega compartiendo asfalto con los coches, ya no hay carril hasta llegar allí. Desde el cruce entre la avenida del Ejército y la ronda de Outeiro se puede ir por San Diego por el carril que ya había -y que tendrá continuidad hasta A Pasaxe- o coger hacia la Casa del Mar. Por ahí tomamos por un carril de doble dirección. Han desaparecido unas 40 plazas de aparcamiento, pero se circula en bici con más seguridad. Al menos hasta llegar a la casa del Mar. No se ha resuelto aún la conexión con Primo de Rivera, que seguirá a la espera de la rotonda.

Primo de rivera

En la parte construida de Primo de Rivera el firme está en mal estado y, como en el resto, el carril es estrecho, condicionado por la falta de espacio, la misma que llevó al gobierno local a sustituir medianas ajardinadas por vallas de hormigón de autopista. El tramo permite, con todo, salvar el semáforo del viaducto, un cruce especialmente problemático para los ciclistas. Aunque el paso es estrecho, permite a las bicis incorporarse a Linares Rivas sin la sensación de jugarse la vida que tenían hasta ahora. Eso sí, la vía no contenta a todos y son muchos vecinos y comerciantes los que se quejan estos días de las plazas de aparcamiento eliminadas.

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Linares Rivas

En Linares Rivas el carril, cuando llueve con intensidad, se transforma directamente en un charco continuo. Al llegar a la altura de la parada del bus de la plaza de Ourense el paso se hace confuso para los ciclistas, que no tienen muy claro por dónde seguir. Allí, en teoría, se avanza por la acera de Méndez Núñez, cruzando en la delegación del Gobierno, hasta retornar al carril segregado tras la parada del bus de la plaza de Mina. El problema es que en 300 metros de recorrido se sale y se entra del carril, con una falta de continuidad que cuestiona la utilidad de la vía. En sentido inverso es habitual encontrarse el carril cortado por coches y furgonetas y se le suma el problema de salvar la plaza de Ourense, donde las bicis han de pasar por detrás de una parada de bus habitualmente saturada de tráfico. El cruce con Menéndez Pelayo, más adelante, resulta peligroso si no se presta atención.

Los cantones

Solo hay carril desde la plaza de Mina al Pastor, en dirección ida, a la vuelta no hay. El tramo es muy breve y obliga a incorporarse al tráfico a la altura del banco. En la práctica, para evitar esa incorporación, muchos usuarios prefieren avanzar bien por el asfalto con los coches, bien por la acera, más ancha, de los jardines.

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Hacia la Marina

El último tramo se comparte con los coches, con señales medio borradas que limitan la velocidad a 30 kilómetros por hora hasta desembocar en la zona peatonal. El problema es que son pocos los coches que cumplen ese límite. Y lo mismo en el tramo de vuelta, compartido con los vehículos a motor hasta la altura de la plaza de Mina.

Otras vías

También hay carril bici por Salgado Torres, hoy por hoy muy poco utilizado, si bien permite salvar el túnel separado de los coches. Conecta con el Elviña a través del ya existente en Pablo Picasso.