Tras las formas ocultas en la madera

Rodri GArcía A CORUÑA

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MARCOS MÍGUEZ

De niño José Méndez tallaba palos con su navaja y ahora acaba de estrenar taller en Monte Alto

06 ene 2019 . Actualizado a las 05:00 h.

El abrazo. Es una de las pocas esculturas que tiene nombre. Las dos personas abrazadas parecen emerger del tronco de un árbol. Están en el local que el artesano de la madera José Méndez Fernández acaba de abrir en el bajo del número 11 de la calle Camariñas, en Monte Alto. La mudanza ha sido corta porque desde hacía más de una década estaba enfrente, en la misma calle, «pero aquel sitio era máis pequeno e aquí vense moito mellor as cousas». Está jubilado, después de trabajar durante más de tres décadas como vigilante, e insiste en que esta tarea es un entretenimiento, la plasmación de algo que lleva en el alma desde niño: «A miña paixón é a madeira. Xa cando era neno gustábame ir coa navalla enredando nos paus».

Nació en el lugar de Cela (Outeiro de Rei) el 10 de julio de 1952 y a pesar de las obras de todo tipo que pueden verse en el taller se considera «un aprendiz». Los orígenes rurales están muy presentes con las tallas de numerosos «paisaniños; mólame moito o da aldea... Esta, por exemplo, é a matanza do porco», indica mostrando un cuadro con las figuras talladas en relieve.

A la escultura de una paisana con su perro «vouna deixar descansar un pouco, porque xa me estaba fastidiando»; no acaba de quedar a su gusto esta mujer escondida en una madera de fresno «que ademais leva moitos anos cortado e é durísimo».

La ausencia de nombres en sus obras es porque «gústame moito escoitar á xente cando ve as cousas; cada persoa interpreta as figuras a súa maneira».

Otra curiosidad son las seis figuras que ocupan el centro del taller procedentes del mismo árbol: «Son dun cedro grande que tiñan nunha finca e que estorbaba; avisoume un colega que o cortaban ao día seguinte e que fora para dicir como o quería. Esa noite durmín pouco...». Los trozos del tronco no podían ser muy altos debido al acceso a la finca pero ahí están aunque «aínda teño que volver a darlles un retoque». Es el ansia de un artesano que empezó con esta actividad en el trastero de su casa y que explica cómo mira y mira cada pieza de madera hasta dar con su forma oculta; a veces es más fácil, como el trozo de un árbol que casi tenía forma de pie «e so fixen as dedas, como si levara unhas sandalias».

En el verano del 2012 expuso una treintena de sus trabajos en la librería Arenas, una muestra para la que elaboró una talla del Quijote que, acompañada de su fiel Sancho, ahora cabalga por una de las estanterías del taller. Su presencia en Arenas, en una exposición titulada La pasión por la madera, se debió, explicaba entonces el librero, a que «me lo presentó un cliente que colecciona bastones. Se ofreció a construir un cañón de madera para la obra de teatro sobre Sir John Moore y cuando lo entregó le planteé la posibilidad de enseñar sus trabajos».

Ahora los muestra en el nuevo local, con obras pegadas a la actualidad como las figuras esculpidas de varios emigrantes colgados de unas cuerdas y que intentan pasar por encima de un mar de pinchos. Y como telón de fondo el medio rural, la tierra: el paisano con su carro de vacas, arados y casi todas la herramientas de labranza usadas en el campo, junto con un cuadro de la última cena de Jesucristo o el escudo del Deportivo.

Las manos de las 27 letras del lenguaje de signos o un ajedrez donde los peones llevan picos

MARCOS MÍGUEZ

Entre las primeras obras que muestra José Méndez está un ajedrez en el que los peones lleva picos o palas al hombro, «van preparados coa súa ferramenta», apunta, sonriente. Destaca que el tablero, hecho de nogal negro, es una de sus maderas favoritas, «ten moito traballo»; y es que «normalmente nas carpinterías cortan os cadros e despois encólanos; eu baleirei o sitio no taboleiro, fixen cada peza branca, que ten un centímetro de grosor, e despois encaixeino».

Y al lado del ajedrez está otro de sus trabajos especiales: una caja en cuyo interior hay 27 manos, cada una de ellas formando una de las letras del lenguaje de signos. Están hechas en la dura madera de boj y «como son tan pequerrechas é máis complicado facelas. Cando son mans grandes, como aquelas que teño alí, é máis doado»

Camba, Wenceslao y Risco

«Eses son os que están na praza do Humor», indica, mostrando las cabezas de Julio Camba, Wenceslao Fernández Flórez y Vicente Risco: «Fun alí e fíxelles unha foto para facelos en madeira porque mólame moito a caricatura que teñen [fueron diseñadas por Siro López]». Las figuras de Risco y Camba «están feitas de madeira de nogueira negra e a de Fernández Flórez é de séfora». Esta última procede de unos árboles cortados en los jardines de Méndez Núñez. «Cando me enterei de que o cortaban fun para alí porque esa é una boa madeira». Inicialmente el autor de El bosque animado también estaba hecho en nogal negro, «pero veu unha familia mexicana que se encaprichou del e aínda que eu non vendo, levárono e por iso fixen outro de distinta madeira».

En la parte de atrás del taller, decenas de trozos de madera esperan a que José Méndez les encuentre la escultura que ocultan.