Sylla: «Hasta hace veinte años no sabía quién era el rey Baltasar»

Pablo Portabales
Pablo Portabales A CORUÑA

A CORUÑA CIUDAD

ÁNGEL MANS0

Su primer trabajo en A Coruña tras llegar de Senegal consistió en pintar los nichos de Feáns. Ahora trabaja en el IFFe de la finca Las Cadenas, da clases particulares de francés y los 5 de enero por las tardes está muy ocupado

06 ene 2019 . Actualizado a las 20:27 h.

Lo confiesa. «Me enamoré de A Coruña. Es muy parecida a Dakar. La diferencia es la temperatura del agua. La primera vez que metí los pies en el mar pensé, esto no puede ser el Atlántico», comenta sonriente, siempre sonriente, Baye Abdou Sylla Sarr. Aquí todos los conocen por Sylla, y en su país, Senegal, es Bass, por las iniciales de sus nombres y apellidos. El 22 de enero cumple 52 años. Y de ellos 20 en A Coruña. «No me puedo quejar. Llevo una vida sana y no como cerdo ni bebo alcohol porque soy musulmán. No soy radical, pero nunca probé o porco. Veo los platos, cómo los preparan, pero nada. En mi cultura es algo que no tenemos. Me gusta el pulpo, la tortilla, la empanada de bonito y los pescados. Si pudiera todos los días comería vieiras y navajas», afirma mientras da un sorbo a un café en el Sanbrandán de la Gaiteira. 

Múltiples trabajos

En la actualidad trabaja en el IFFE de la finca Las Cadenas de San Pedro de Nós y da clases particulares de francés a profesionales que necesitan conocer este idioma. «Me encargo de la coordinación académica. Somos el link entre alumnos, escuela y profesorado. Se imparten más de ocho másteres», apunta Sylla que, a mayores, colabora con la oenegé Ecodesarrollo Gaia, de la que fue vicepresidente, y todos los 5 de enero por la tarde está muy ocupado. «Me encantan los niños. En Senegal están siempre en la calle y aquí los mimamos demasiado. El día de la cabalgata salen todos y es una maravilla. Hasta hace veinte años no sabía quién era el rey Baltasar», afirma con su sonrisa permanente. Pero en su vida ha tenido que hacer un poco de todo. «El visado me caducó. Me matriculé en la Escuela de Idiomas y, gracias al arraigo, dos años después pude formalizar mi situación. Mi primer trabajo con papeles consistió en pintar los nichos de Feáns. No fue agradable, pero sí satisfactorio. No tenía precio ser legal», recuerda. 

22 hermanos

Tiene un hijo de 14 años Thierno Júnior. Cuando habla de él su sonrisa todavía se hace mayor. «Le puse el nombre de mi padre, que tuvo 22 hijos. Diez con mi madre y el resto con otras mujeres. Estamos todos vivos y yo soy el más bajito de todos. Somos todos hermanos, la palabra hermanastro no la conocí hasta llegar aquí», relata. En su país estudió empresariales y contabilidad. En Yoff, la localidad costera de la que procede, era el secretario general de la casa de la juventud. En 1998 lo mandaron a Lisboa al Festival Mundial de la Juventud. «Había conciertos, torneos deportivos... Me quedaban unos días de visado y me vine a A Coruña, donde tenía un primo...», relata. El resto de la historia ya la saben. 

Un coruñés más

Veinte años después continúa el idilio con esta ciudad. «Ya me acostumbré al frío. Ahora en Dakar están a 27 grados. La gastronomía es buena, la gente agradable, el aire puro y hay seguridad», destaca. Después de su experiencia como pintor de nichos y antes de su trabajo actual, pasó por otras empresas. «En Vegalsa estuve siete años. Empecé como operario de la plataforma de pescado. Como vieron que tenía otros conocimientos de temas como contabilidad o informática me pasaron a facturación y al departamento de compras de productos no perecederos. A raíz de una caravana solidaria que organizamos con Gaia conocí a Venancio Salcines y estuve varios años trabajando con él. Después me fui al paro y tuve que dedicarme al emprendimiento. Las empresas buscaban nuevos mercados y yo les ayudaba en África», detalla Sylla, que hasta se dedicó a la traducción de documentales en francés y árabe e incluso grabó un corto con Jorge Coira e Isabel Bravo. «Hacía de busero de un Castromil», recuerda. Por hacer, hasta hizo de rey Baltasar. «La primera vez en Friol. Qué frío pasé. No me olvido».