El centro comercial Comcor de Ferrol también agoniza

J. c. m. NARÓN / LA VOZ

A CORUÑA CIUDAD

José Pardo

El área de ventas sobrevive con solo dos negocios de muebles

21 dic 2018 . Actualizado a las 10:53 h.

El temido desmantelamiento del Comcor en el polígono de A Grela, con un ERE planteado a una veintena de trabajadores y el traslado de varios negocios a otras ubicaciones, pone el foco también en el incierto futuro de su «gemelo» en A Gándara, en Ferrol. En principio, «todo sigue igual», tal y como apuntan los trabajadores en nómina, aunque el área de ventas no es ni una sombra de lo que en su origen prometía.

Apenas nueve años después de que el centro especializado en mueble, decoración y menaje abriera sus puertas -el 1 de octubre del 2009- la visita a sus instalaciones, frente a Odeón, deja una imagen desoladora. Frente al bullicio del área vecina, en su pasillo reina el más absoluto silencio. Y clientes y tiendas se cuentan con los dedos de una mano. La oferta comercial del centro se ha quedado reducida a su mínima expresión.

Comcor Narón, con unos 3.000 metros cuadrados en dos plantas, siempre fue una réplica mini del centro impulsado un lustro antes por Antonio Amorín en A Coruña. Y así, arrancaba con espacios de exhibición y venta de franquicias Merkamueble, Mercasofa, Mueble Juvenil -todas ellas vinculadas al promotor, Amorín- a las que se sumaron, Bertha Hogar y Lúzete. En total, en su nacimiento, una plantilla de unas treinta personas. 

Situación actual

Poco queda de aquel centro destinado a potenciar la especialización del polígono -en el que Alí sigue siendo el más firme emblema- en el mundo del hogar. El goteo de abandonos arrancó con la tienda de ropa de cama y cortinas Bertha Hogar que, como ayer señalaba, por una cuestión de estrategia empresarial apostaba hace un par de años salir del centro. Y la última salida la protagonizó el negocio de iluminación, que ocupaba una parte de la planta baja y que dejaba definitivamente las instalaciones hace algo menos de un mes. Así, la primera imagen que se topan los clientes es la de negocios cerrados, estanterías vacías de Lúzete y pasillos clausurados.

«Esto funciona con normalidad, todo sigue igual», anotan las trabajadoras que permanecen en el complejo, esquivando las preguntas acerca de la continuidad. «Aquí seguimos trabajando cuatro personas», apuntan quienes reciben a los clientes de los únicos negocios que se mantienen abiertos, la tienda de sillones y la de muebles. Desde la propiedad evitaban ayer pronunciarse sobre el futuro.