El futuro del puerto sin carbón: ¿Qué se puede hacer con la Medusa?

Eduardo Eiroa Millares
E. Eiroa A CORUÑA / LA VOZ

A CORUÑA CIUDAD

PACO RODRÍGUEZ

La estructura para descargar carbón quedará sin uso cuando cierre Meirama

23 nov 2018 . Actualizado a las 05:00 h.

El cierre de la central de Meirama supondrá, cuando se lleve a cabo, un problema laboral para quienes dependen del carbón en A Coruña y su área, también un agujero en las cuentas de la Autoridad Portuaria y de Renfe, y dejar la estación de San Diego con una actividad mínima. El fin del carbón que se desembarca en A Coruña supondrá también una oportunidad de diseño urbanístico para definir el futuro de la ciudad a través de un elemento que ya forma parte del paisaje urbano: la Medusa. El futuro de la térmica sigue en el aire y la dirección de Naturgy, que ayer se reunió con los sindicatos, no les aclaró cuáles son sus planes. Si la firma no invierte hasta 150 millones en mejoras, Meirama cerrará en el 2020.

La cúpula situada en el extremo del Centenario se construyó para acabar con las partículas en suspensión derivadas de las descargas del mineral que sale del puerto hacia Meirama, 1,1 millones de toneladas anuales.

La Medusa, con su característico color verde, la construyó Fenosa en terreno ganado al mar en una prolongación de muelle. La extinta eléctrica pagó por ella cerca de 20 millones de euros y, tras cuatro años de obras, entró en servicio en el año 2007, hace 11.

El diseño de esa estructura corrió a cargo de los arquitectos coruñeses Corrochano, padre e hijo. Erigieron una gran cúpula de 116 metros de diámetro y casi 40 de altura con una estructura de acero. El carbón circula a través de 560 metros de cinta transportadora y en el interior caben 120.000 toneladas. Pero también otras muchas cosas si el mineral desaparece.

Hace cinco años Corrochano Arroyo ya hablaba de esas posibilidades. «Podría tener un montón de canchas, cabe una de baloncesto, pero también pistas de tenis, pádel... Lo ideal sería hacer un edificio multiusos, con una finalidad deportiva».

Ese futuro sin carbón parece ahora más cerca y el debate sobre qué hacer con la Medusa cobra vida, con grandes defensores de esa estructura que consideran que debe ser conservada y dotada de nuevos usos.

«La Medusa tiene el interés de poder transformar una instalación industrial en algo que tiene una presencia en el paisaje, es un elemento de interés, otra cosa es el coste del cambio de uso. Para mí, como coruñés, ya está incorporada a la imagen de la ciudad, como las grúas o el muro del puerto», indica Antonio Mariño, arquitecto y decano del Colegio de Arquitectos de Galicia.

Favorable también a conservar ese inmueble se muestra, decidido, Fernando Agrasar, director de la Escola de Arquitectura de A Coruña. «Entiendo que en la futura transformación del espacio portuario esa estructura puede tener un papel interesante», dice, comparando sus posibilidades con el O2 Arena, también conocido como Domo del Milenio, en Londres. «Hay que llenarla de contenido y adaptarla, pero es relativamente sencillo», dice Agrasar recordando que un interior diáfano es más fácil de modificar que otro condicionado por una estructura. «Sería una oportunidad muy buena para A Coruña poder disponer de ese espacio», indica sobre lo que considera «una pieza industrial, con un volumen tan rotundo que funciona muy bien».

Para el director de la Escuela de Caminos, Ignasi Colominas, es pronto para decidir qué hacer con la Medusa. «Eso afecta a la fachada marítima de la ciudad y, sea lo que sea, deberá integrarse. Si en el futuro esa estructura no encaja con lo que se prevé hacer allí, habrá que quitarla», dice. Recuerda que en algunos municipios de Cataluña se conservaron las viejas fábricas en las que se cocían ladrillos, erigidas a principios del siglo XX. En el caso coruñés, dice, no existe esa importancia histórica porque la Medusa tiene 11 años. Aun así, «se le puede dar un buen uso, perfecto», añade..

Por otra parte, el presidente de la Autoridad Portuaria, Enrique Losada, participó ayer en el foro de clientes del Puerto, que reunió a 80 empresarios en A Coruña. Ante ellos defendió la continuidad de la central de Meirama, y también el mantenimiento de la actividad en Alcoa por su incidencia económica.