La retirada de árboles abre otro frente en la avenida de Primo de Rivera

La Voz A CORUÑA / LA VOZ

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Las obras de estrechamiento de acera en la avenida Primo de Rivera.
Las obras de estrechamiento de acera en la avenida Primo de Rivera. Verónica Vázquez Vázquez

La reducción de la acera para hacer hueco al carril bici motiva quejas vecinales por haber extraído ejemplares

04 dic 2018 . Actualizado a las 11:45 h.

«Home, a gusto de todos nunca vai quedar», resolvía uno de los peones de la obra. La avenida de Primo de Rivera convive desde hace días con la remodelación de uno de sus carriles para adaptar el ancho de acera y calzada a la inclusión del carril bici metropolitano. Y la intervención, como era previsible, ha derivado en diversas quejas que, en esta ocasión, ponen el foco en la distribución de la arboleda en la zona.

«El carril bici es bueno para la ciudad y los ciclistas», opina José Carlos Junquera, «pero no debe conllevar la arrancada de los árboles», finalizaba. Una hilera de ellos ha pasado a mejor vida con los trabajos de estrechamiento en el punto de confluencia entre Alfonso Molina, Linares Rivas y Primo de Rivera, y Junquera lo lamentaba porque «en Europa se busca que las urbes vivan en armonía con la naturaleza, y creo que debía llegarse a un acuerdo con el Puerto para que nos cediesen unos metros, meter ahí el carril bici y dejar tranquilos los árboles de la ciudad».

En esa parcela, además, los peatones tendrán un acompañante añadido con la fijación de las luminarias, situadas actualmente en lo que será el vial para ciclistas. Xavier Rábade, vecino de Federico Tapia, concretaba que «son eles os que están máis contentos coa proposta».

Mientras, en la otra orilla de Primo de Rivera, en torno a la arboleda colindante con el Puerto, varios operarios trabajaban a destajo la semana pasada para que un tercio de la acera, el más próximo a la calzada, quedase relleno de tierra para que allí crezca el césped. Carlos Núñez, uno de los trabajadores, bromeaba inicialmente con la coincidencia de su nombre y la del famoso gaiteiro vigués, y explicaba que, a menudo, esa área en concreto daba problemas porque «as raíces das árbores rebentaban as losetas da beirarrúa». Meses atrás, el gobierno local barajó la opción de talar varios de esos árboles en el tramo que bordea los límites de la Autoridad Portuaria por su mal estado, pero finalmente desechó la idea.

Ahora, la inclusión y crecimiento de ese tapete se entiende como una posible solución en lo tocante a las cepas y el pavimento, pero la problemática deriva a si el ancho de la acera no condicionará en exceso las obras que se realizarán para implantar el carril bici en el sentido de entrada, que estará separado del tráfico por bolardos y restará espacio a los vehículos en la calzada.

Sobre ello, Xavier Rábade veía con dudas que la idea se asiente a medio plazo porque, a su juicio, «antes de que isto se levase a cabo era preciso educar á xente para que empregue a bicicleta e vaia a traballar deixando o automóbil na casa».

El origen de las críticas: la barrera de cemento que parte en dos la avenida

El debate surgió inicialmente en torno a la barrera New Jersey que divide la calle, semejante a la empleada en autopistas del país y que, sobre el papel, se elevó para reducir el ancho de la carretera y poder adaptar los espacios de la misma al proyecto de movilidad sostenible. Sin embargo, esa línea divisoria generó críticas a nivel estético que, en cierta manera, se buscó mitigar con las enredaderas de vegetación que ahora se deslizan en vertical sobre el cemento y frente a las casas de Primo de Rivera. Fue el paso posterior tras el descontento que creó la idea inicial de crear una mediana de hormigón que, en algún caso, también alejó el tema de lo puramente decorativo y puso el foco en si el muro era más propio de una autovía o el espacio urbano de A Coruña.