Los peregrinos solidarios de Alcoa

pablo varela / A. A. A CORUÑA / LA VOZ

A CORUÑA CIUDAD

EDUARDO PEREZ

Casi 120 personas salieron ayer desde la fábrica hacia el Banco de Alimentos Rías Altas para una donación múltiple

15 nov 2018 . Actualizado a las 05:00 h.

En la retaguardia de la concentración, Carlos Touriñán, empleado de Alcoa, daba la merienda a su hija. Ella cumplirá cinco años en febrero. Mientras caminaba, comía clementinas y le pedía «comprar el castillo». «Habla del edificio de la Delegación del Gobierno, porque también estuvo en la manifestación que hicimos allí», indicaba Touriñán sonriendo.

Familia y allegados volvieron a unirse ayer a los trabajadores de la fábrica, que a media tarde iniciaron una caminata solidaria hacia el Banco de Alimentos Rías Altas, en Meicende, acompañados de dos unidades de los Bomberos de A Coruña. Unas 120 personas participaron en una peregrinación que iba más allá de lo simbólico, porque la protesta quedaba, momentáneamente, en un segundo plano.

Jorge, Javier y Fernando, que pilotaban las furgonetas de los bomberos, explicaban en broma que «hemos venido a realizar tareas de logística», pero se les borraba la alegría del rostro al hablar sobre sus compañeros de travesía: «Intentamos no preguntarles demasiado». En la parte trasera de los vehículos se agolpaban bolsas con galletas, macarrones y leche en polvo, todo adquirido con el fondo de movilización de los empleados. Hablando en plata, de su bolsillo.

Desde los talleres y negocios de la zona, los vecinos saludaban y hacían señales de apoyo a los trabajadores. «Mucha gente que está en la fábrica es de aquí», contaba Miguel Faraldo, empleado de Alcoa. Es de Meicende y, a sus 52 años, mira de reojo su carné de identidad porque aún ve lejos la jubilación. Cerca de él, Julián Díaz, un joven del barrio de Monte Alto vestido con el mono de trabajo, descargaba bolsas ante el Banco de Alimentos. Tiene vacaciones 15 días, «pero estamos todos aquí y aún con fuerza».

Eran testimonios heterogéneos y, a la vez, casi comunes, de un grupo que aún espera respuesta del Gobierno y de Alcoa. Juan Carlos Corbacho, presidente del comité de empresa, incidía en que «a data unilateral de despido é o 1 de decembro» e instaba a que «a empresa e o executivo se pronuncien, e por escrito».

Tras despedir con aplausos a los bomberos, muchas camisetas naranjas con el «¡Alcoa, peche non!» se perdieron entre los edificios de Meicende y por prados de la zona. Parecía una postal de la campiña en la Inglaterra minera de los ochenta, pero sin piedras ni gritos de indignación. Porque ayer, era un día de ayuda.