Ángel Fernández: «La robótica requiere conocimientos técnicos y creatividad a partes iguales»

FErnando Molezún A CORUÑA / LA VOZ

A CORUÑA CIUDAD

ANGEL MANSO

Tres de sus alumnos de la Compañía de María se han clasificado para el mundial de robótica

12 nov 2018 . Actualizado a las 05:00 h.

Jacobo Taboada, Álvaro Ballón y Juan Martínez, alumnos de 2.º de la ESO del colegio Compañía de María, partirán esta semana hacia Tailandia para disputar allí el campeonato del mundo de robótica después de ganar el nacional. Lo harán gracias al soporte económico de Repsol y a los conocimientos que han adquirido en las clases que imparte en el centro Ángel Fernández, que ve en sus pupilos a unos firmes candidatos a triunfar en la dura prueba a la que se van a someter en una disciplina que a muchos les suena todavía a ciencia ficción, pero que es ya una realidad.

-¿Cómo hace para que los alumnos se entusiasmen con una materia como esta?

-Aúna muchas especialidades. Desde programación a mecánica, pero también diseño, porque el robot al final puede ser más guapo o más feo, sin perder nunca su funcionalidad. La robótica requiere conocimientos técnicos y creatividad a partes iguales. Así que en las clases intento ver qué es lo que mejor se le da a cada niño para intentar engancharles. Al que tiene dotes artísticas le dejo que se vuelque con el diseño, al que se le da bien programar intento que se centre en esa parte... Es que pretender que asuman todo de golpe es muy complicado. Aunque como no tienen ningún prejuicio aprenden muy rápido cualquier lenguaje.

-¿Vale cualquiera?

-Los hay que no destacan en ninguna de estas facetas, pero a esos los enganchas a través del juego, porque esto al fin y al cabo lo planteamos así, como un juego en el que terminan aprendiendo cosas sorprendentes. Y yo aprendo muchísimo con ellos. No dejan de enseñarme nuevas maneras de hacer las cosas que yo ni había contemplado. Me sorprenden continuamente.

-¿Es ese el secreto del éxito del equipo que irá al mundial, cada uno tiene una especialidad?

-Se complementan muy bien, la verdad. A Juan se le da muy bien montar y a Jacobo programar, mientras que Álvaro vale para las dos cosas. Así que entre los tres entienden todo el proceso. Y eso les da ventaja sobre otros chavales. Si el día de la competición algo no va como era esperado tienen capacidad de reacción, saben detectar dónde está el error.

-¿Los ve con posibilidades de triunfar?

-Sí que tienen posibilidades, lo que pasa es que en una competición como esta puede pasar cualquier cosa. Pero haber llegado hasta aquí ya es algo increíble.

-¿Cuánto trabajo hay detrás de este éxito?

-Son muchas horas de ensayo, de prueba y error. Se tarda mucho tiempo, meses, en ver el robot terminado. Y eso desanima a muchos chavales, es una lástima. Por eso ya no enfoco las clases hacia los campeonatos, porque terminan desanimándose. Ahora lo enfocamos como pequeñas pruebas realizables en días o semanas que contienen la esencia de lo que luego será el gran reto.

-Muchos chavales se apuntan a robótica con la idea de terminar creando videojuegos.

-Los robots necesitan programación, así que empezamos haciendo algunos juegos básicos, en dos dimensiones. Y eso les encanta. Es una manera muy didáctica y efectiva de que aprendan las bases de la programación. Pero cuando comprueban que no solo pueden hacer moverse a un monigote en una pantalla, sino que pueden hacer funcionar a un robot real, en el suelo, a través de su programación, alucinan.

«No hablamos de futuro, sino de presente: estamos ya rodeados de robots»

Ángel Fernández venía del mundo de la electrónica, pero siempre le apasionó la robótica, algo que, asegura, definirá el mercado laboral en un futuro próximo.

-A muchos padres les sonará a ciencia ficción que su hijo le diga que va a clase de robótica.

-No es futuro, es presente. Estamos ya rodeados de robots. Es más, llevas uno en el bolsillo en este momento, porque el móvil no es otra cosa que un robot. Así que han venido para quedarse. Y claro que va a hacer falta gente que sepa entenderlos en un futuro próximo. Por eso me parece fundamental que se invierta en este tipo de cosas que, al fin y al cabo, vienen a mejorarnos la vida.

-¿Imparte en clase las leyes de Isaac Asimov?

-[Ríe] No, eso es ciencia ficción. El robot hará aquello para lo que esté programado, sea malo o sea bueno. Como todas las cosas, depende del uso que se les quiera dar. Todos tenemos cuchillos en casa, otra cosa es para qué los utilices. Pero en algún momento habrá que empezar a legislar y tomar decisiones sobre el tema. Queda mucho por avanzar, pero la cosa va rápida.

-¿Ha distorsionado mucho el cine el concepto de robot con el que llegan los alumnos a la primera clase?

-Muchos niños piensan que los robots son entidades autónomas que generan ideas por sí mismos. Eso es algo que han asimilado de las películas de ciencia ficción. Pero todavía estamos muy lejos de que un robot pueda copiar siquiera a un organismo simple. Y aunque la programación podría permitirle cierta capacidad de adaptación estamos a años luz de poder crear algo con una inteligencia que pueda compararse a la de un niño. Pero llegará, sin duda.

Genios en potencia.

Aunque cualquier edad es buena para iniciarse en la robótica, Ángel Fernández insiste en que se trata de conocimientos que deben inculcarse a los jóvenes desde pequeños: «Tengo un amigo de 67 años que empezó con la robótica tras jubilarse y se ha hecho unos robots realmente sorprendentes. No hay edad para esto, pero eso no quita que cuando son pequeños les cuesta menos aprender porque lo hacen de una manera más natural. Son genios en potencia».