El «top manta» gana terreno en la calle Real

Mila Méndez Otero
m. méndez A CORUÑA / LA VOZ

A CORUÑA CIUDAD

Veronica Vázquez

La céntrica arteria concentra la actividad de los ambulantes ante las quejas de los comerciantes

28 oct 2018 . Actualizado a las 05:00 h.

Marta extiende su manta delante de la Oficina de Extranjeros de A Coruña. Vende pulseras personalizadas y prendas de lana. Algunas las hace a mano. Es de Otavalo, en el noroeste de Ecuador, y tiene 35 años. «Me vine hace diez». No quiere fotos, como ninguno de los manteros de la calle Real. Una de las funcionarias de Extranjería está fumando fuera. Se despide de Marta, por el nombre, antes de entrar. «A veces pasa alguien y me dice algo porque no le gusta que esté aquí, pero la mayoría son amables», asegura.

La calzada peatonal que comunica María Pita con el Obelisco es una torre de Babel. Los músicos callejeros se suceden con los vendedores ambulantes. La mayoría son de Senegal, pero también hay de Camerún, Argelia, Marruecos o Ecuador. Ofrecen zapatillas deportivas, bolsos o relojes. Triunfan las falsificaciones. Hay quien asegura que detrás de este mercado hay mafias. Los turistas son su objetivo diana. «Estamos cansados de llamar a la Policía Local, sobre todo cuando hay cruceros», se queja Rosa, de la asociación Zona Obelisco. Los cruceristas son los primeros en comprar.

Los comerciantes han puesto el grito en el cielo. En agosto se reunieron con responsables municipales. El Concello prometió estudiar su alternativa: trasladar el top manta a otras zonas más amplias -y separadas de los establecimientos- como los jardines de Méndez Núñez. Por ahora, todo sigue igual. «No es una cuestión de xenofobia, sino de irregularidad», quiere aclarar Antonio, de Perfumerías Garrote. «Es una ocupación ilegal de la vía publica y tienen todo tipo de productos plagiados», denuncia. «Venden imitaciones de los bolsos de Bimba y Lola delante de la marca», advierte Javier Rodríguez, del ultramarinos Casa Cuenca. 

Muchos turistas, pocos clientes

La arteria comercial es una de las cartas de presentación de la ciudad. Un lugar de paso apetecible para el turista y que ha perdido afluencia de los clientes locales a favor de otros puntos comerciales como la plaza de Lugo. Un contexto que lleva a los manteros a asentarse aquí y a los comerciantes a temblar por su supervivencia. «Pagamos todos los impuestos, cuesta llegar a final de mes», confiesa Antonio, de Garrote.

«La oferta de sus productos es tan variada como la diversidad de establecimientos que hay en la calle Real», destaca Antonio López, de la zapatería Vogue. Asfixiados por los abonos mensuales: luz, agua corriente, alquileres, salarios, Seguridad Social... lo último que necesitan, alegan, son más obstáculos. 

Menos multas

Desde el 2015 el top manta se puede penalizar con cárcel. Antes era solo con multa administrativa. A falta de que el Ayuntamiento facilite datos del 2018, el año pasado la cifra de las denuncias administrativas cayó un 85 %. Se pasó de las 121 del 2014, cuando gobernaba el PP, a las 18 del 2017. El motivo, que solo se actúa cuando hay una llamada al 092. La patrulla especial destinada a la calle Real dejó de operar. También se redujeron las actas de comiso: de las 308 de hace cuatro años a las 18 de hace uno.

Dice uno de los comerciantes que la Policía Local aplica el juego del gato lento y el ratón. «Se les podría buscar una buena ubicación, sin tener que ir a las afueras, a unos metros de aquí. En otras ciudades hay mercadillos acondicionados que funcionan bien», añade Antonio. Sitio en la ciudad, insisten los tenderos, puede haber para todos.