Diez espejos en los que mirar el puerto

La Voz A CORUÑA / LA VOZ

A CORUÑA CIUDAD

ANGEL MANSO

La Voz de Galicia instala en la Marina una exposición en la que se recogen las experiencias y las soluciones urbanas que diez ciudades europeas dieron a sus muelles en desuso

15 nov 2018 . Actualizado a las 10:56 h.

A Coruña afrontará en los próximos años uno de los retos urbanísticos más relevantes de su historia. El traslado de la actividad a Langosteira supondrá para los muelles interiores la pérdida de su uso industrial y la liberación de una superficie -más de medio millón de metros cuadrados- que la ciudad deberá integrar en su malla urbana. Qué hacer con los viejos muelles -Batería, Calvo Sotelo, San Diego- es la pregunta a la que A Coruña tendrá que dar respuesta. Pero el coruñés no es el primer caso de reconversión urbana de un puerto. Otras urbes han pasado ya por experiencias similares desde finales del siglo pasado con distintos resultados. Lo que se ha hecho en diez grandes ciudades españolas y europeas se puede ver en la exposición organizada por La Voz de Galicia e instalada ayer en la Marina. 

Participación

La muestra consta de 12 grandes cubos, dos de ellos dedicados a A Coruña, y el resto a ciudades que han vivido espectaculares transformaciones urbanas: Ámsterdam, Barcelona, Bilbao, Copenhague, Génova, Hamburgo, Málaga, Marsella, Oslo y Valencia.

En cada uno de los cubos se muestran imágenes de esos lugares con las soluciones adoptadas para su línea de costa y se aportan datos sobre los usos a que se destinan esas superficies y una breve historia de cada uno los casos.

La exposición estará en la Marina hasta el próximo día 19 de noviembre y quien pase por ella podrá documentarse, pero también podrá votar cuál es su modelo preferido de los diez propuestos a través de un panel habilitado para ello y situado en el cubo más cercano al Parrote. Con esta iniciativa, La Voz de Galicia renueva su compromiso con la ciudad, como viene haciendo desde hace 137 años, propiciando y dando cabida en sus páginas a los grandes debates que han contribuido a la configuración de A Coruña. En esta ocasión se ponen sobre la mesa elementos de juicio sobre el rediseño que definirá la fachada urbana para las próximas décadas.

Siete de los cubos reservan sendas caras para componer en ellas, en grandes caracteres, el nombre de la ciudad con puntos de luz en cada letra que le aportarán iluminación nocturna.

A Coruña ya vivió transformaciones parciales de zonas portuarias, como los llevados a cabo en la Marina y el Parrote, pero también en un dique de abrigo dedicado al paseo y en el entorno de la playa de Oza, en San Diego, donde recientemente el antiguo faro se abrió para uso vecinal.

Lo que queda por delante es establecer qué se hará con una línea de costa, dentro de las instalaciones del puerto, que alcanza con los 5,5 kilómetros de longitud. De esa línea actualmente el 34 % -unos 1.870 metros- son accesibles para el uso público, pero falta por decidir qué se hará en el resto cuando se culminen los traslados al puerto exterior. 

Oportunidad de futuro

El puerto es una de las principales fuentes de riqueza de la ciudad, con unas cifras de movimientos de mercancías y de facturación crecientes, siendo en la actualidad un referente nacional en movimientos de graneles sólidos y líquidos, en escalas de cruceros y el primer puesto de España en pesca fresca. Gran parte de esa creciente actividad se trasladará al puerto exterior, manteniendo los muelles interiores los cruceros y la pesca.

Toda la actividad industrial (la más molesta para los vecinos) saldrá de la ciudad dejando libres miles de metros cuadrados en los muelles interiores. Un proceso de transformación similar vivió Bilbao hace casi dos décadas, lo que dio la oportunidad de poner en marcha una transformación que continúa. En Ámsterdam el proceso comenzó todavía antes, a finales del siglo pasado, con una importante reconversión que permitió el crecimiento de una zona totalmente nueva de la ciudad. En los años ochenta Barcelona dio pasos similares, al igual que ocurrió en Copenhague. En todos los casos la integración de los suelos portuarios en la malla urbana supuso una importante revitalización de las urbes que llevaron a cabo esas operaciones, permitiendo además la construcción de emblemáticos edificios como el Guggenheim (Bilbao), el Teatro Real (Copenhague), el acuario (Génova), la Ópera de Hamburgo o el Museo de las Civilizaciones de Marsella, que han contribuido al impulso decisivo de las ciudades.

Cada una de las urbes analizadas optó por una solución distintas, primando ciertos usos sobre otros. Las hay más comerciales, más deportivas, más dedicadas al ocio y a la cultura. Las hay con uso residencial y las hay que han optado por mantener algunos usos portuarios. A Coruña se juega en los próximos años su futuro y la muestra facilita que los ciudadanos reflexionen sobre las opciones

Un proceso que comenzó con Langosteira y con muchas incógnitas aún por resolver

El proceso encaminado a la liberación de los muelles interiores comenzó a gestarse con el cambio de siglo, pero no se concretó hasta que en el año 2004 se firmaron los acuerdos entre Ayuntamiento, Xunta y Fomento que pusieron en marcha la obra del puerto exterior. Desde el 2012 este es una realidad operativa y ya ha comenzado la marcha de empresas, que en breve proseguirá con el traslado parcial de firmas tan destacadas como Repsol.

El convenio del 2004 establecía que parte de los terrenos liberados serían vendidos para financiar las obras de Langosteira, que han generado una deuda a la Autoridad Portuaria de más de 300 millones de euros. Sin embargo, desde entonces muchas cosas han cambiado y también lo ha hecho la percepción política sobre esa operación. La actual corporación, de modo unánime, quiere evitar esa venta para sufragar deuda y solicita que se aplique en A Coruña una salida que el Gobierno ha dado al caso de Valencia, condonando allí una deuda de 350 millones de euros.

Por el momento eso no ha ocurrido. En abril se firmó un protocolo por el que la Xunta aportaba 20 millones de euros para mantener la titularidad pública de los muelles de Batería y Calvo Sotelo, pero el cambio de Gobierno en España dejó aquel plan en punto muerto.

En la actualidad sigue estando casi todo por definir. Todas las partes coinciden en que los convenios del 2004 deben ser reformulados, pero todavía no se ha ofrecido ninguna alternativa, como tampoco se vislumbra una solución a la valenciana que no hipoteque el suelo. Falta por establecer también qué se quiere hacer en los muelles vacíos. Ha habido charlas y concursos, pero todavía no hay ningún proyecto..