Mercedes Goicoa, sobresaliente doble

Tamara Montero
tamara montero SANTIAGO / LA VOZ

A CORUÑA CIUDAD

Sandra Alonso

Una jornada del Consello da Cultura repasa la trayectoria de la pianista coruñesa, la primera mujer en dirigir una real academia de bellas artes

26 oct 2018 . Actualizado a las 05:00 h.

«Nunca tuvo piano», le contestaron a Mercedes Goicoa (A Coruña, 1928) cuando preguntó por él tras ingresar en la Academia Galega de Belas Artes. Ahora, tiene piano y además, una sala digna de él. «Es lo más importante que hice en la Academia». Lo cuenta mientras sus manos se deslizan suavemente por el aire y se inclina un poco hacia adelante, como intentando acercar un poco más su emoción al auditorio. Aun como conferenciante, como entrevistada, Mercedes Goicoa tiene maneras de pianista.

«Nací oyendo música». Así inició su conversación con María Xosé Porteiro y Uxía Senlle en el Consello da Cultura, que ayer dedicó una jornada a la primera mujer presidenta de una academia de artes en España, la gallega, a la que accedió en 1986 preguntando por el piano. La música, por fin, tenía presencia. Era importante. Tan importante que Mercedes Goicoa es la artífice del Arquivo de Música de Galicia, «La primera donación fueron las obras de mi profesor, de mi gran profesor», Alberto Garaizábal.

Nació oyendo música y la música la ha acompañado a cada segundo de su vida. Tuvo que sonar una fanfarria cuando, tras el examen de séptimo de piano el tribunal decidió que, como no podían ponerle matrícula porque era alumna por libre le pondrían un sobresaliente doble. Música hubo mucha en su infancia, cuando no salía mucho porque tenía que estudiar y ensayar. Porque le preocupaban sus manos. «¿Y si me caía?». A música le supo aquella conversación con Arthur Rubinstein tras decidir que no tenían que presentárselo. Que iría a conocerlo ella sola.

La música se oye en las pausas allegro ma non troppo que dan más intensidad si cabe a su explicación sobre cuál es la diferencia entre la ejecución y la interpretación. «Tocar no es solo leer, tienes que ver el sonido, que es algo muy importante». La técnica es necesaria, por supuesto. «Tienes que ver la idea del compositor». Pero llamarse artista es «que te llegue y te emocione, y eso no lo tienen todos los buenos pianistas. Hablamos de los buenos ¿eh?». Música son las carcajadas que inundan la sala cuando recuerda cómo puso A Coruña patas arriba para conseguir traer la exposición sobre el centenario de aquel genio del piano de origen polaco que una vez la despidió con un beso. Aquella muestra que comisarió y que llevaba por nombre Rubinstein y España.