El jurado declara culpable al acusado de matar a su primo en Mariñeiros

Andrea Presedo
andrea presedo A CORUÑA / LA VOZ

A CORUÑA CIUDAD

ANGEL MANSO

Las partes rebajaron la condena a diez años y medio de cárcel

25 oct 2018 . Actualizado a las 12:00 h.

El jurado popular del juicio contra Abelardo Caamaño decidió por unanimidad que es autor de la muerte violenta de su primo Eduardo Manuel Abad y, por tanto, culpable del delito de homicidio que se le imputaba.

El fiscal pidió para el procesado una condena de diez años y medio de prisión, mientras que la acusación y la defensa rebajaron esa pena a un decenio. Todos coinciden en que, además, al acusado se le debe imponer una orden de alejamiento e incomunicación con la mujer y la madre de la víctima por un período de 20 años.

Conocido el veredicto del jurado y las peticiones de las partes, decidir el tiempo que pasará en prisión está ahora en manos del juez, que dictará sentencia en dos semanas.

De esta manera, el procesado será condenado por homicidio, y no por asesinato, como ya se conoció en la primera jornada del juicio. Con todo, a ojos de la Fiscalía, se trató de «un hecho premeditado», ya que el acusado «conocía la rutina de la víctima y tenía con él un historial de asuntos pendientes». La acusación compartió las consideraciones del Ministerio Fiscal e hizo hincapié en que uno de los forenses llamados a testificar dijo que el procesado tenía una «personalidad paranoica y obsesiva» que no le impidió obrar de forma consciente. 

Las claves del juicio

Abelardo Caamaño atacó con un cuchillo a Eduardo Manuel Abad cuando este se dirigía a coger su furgoneta de reparto a las cinco de la mañana del pasado 10 de noviembre. Fue visto por varios testigos. Entre ellos, vecinos de la zona que se despertaron al oír gritos. «Escuché cómo una persona decía: 'Socorro, que me va a matar'. Poco después uno de los dos hombres sacó un cuchillo y vi cómo hacía movimientos de apuñalamiento», relató en el juicio una testigo que, por miedo, prefirió no mostrar su cara al acusado.

Abelardo huyó de la escena del crimen, pero fue visto por un trabajador de Cespa, que lo persiguió y avisó a la policía. Un agente consiguió acorralarlo en unas galerías próximas a la calle Antonio Pedreira Ríos, en donde observó que el procesado llevaba «unas hojas de periódico agarradas en la espalda a modo de funda con la forma de un cuchillo». En un contenedor cercano apareció el arma del crimen, con tamaño y forma coincidentes con el envoltorio que portaba. Además, según explicaron las peritos de la Policía Científica, en el cuchillo, de más de 20 centímetros, «se hallaron muestras de sangre y ADN coincidentes tanto con el cuerpo del asesino como con el del fallecido». El médico forense pudo concretar que el fallecido recibió tres puñaladas, una de ellas letal. «La muerte fue muy rápida, porque sufrió un choque hemorrágico», explicó.