Chau Fernández-Gago y Puga: «Mi abuelo medía 2 metros y pesaba 275 kilos; 180, cuando adelgazaba»

Loreto Silvoso
LORETO SILVOSO A CORUÑA / LA VOZ

A CORUÑA CIUDAD

MARCOS MÍGUEZ

«Llama la atención que, 100 años después de su muerte, la gente lo recuerde tanto», considera la nieta de Picadillo

14 oct 2018 . Actualizado a las 22:53 h.

Como buena nieta del personaje más popular de la historia de la ciudad, ha heredado su chispa. En la conversación con Chau Fernández-Gago y Puga (A Coruña, 1948) las anécdotas se deslizan como sardinas en San Juan.

-La historia del festín pantagruélico es la mejor. ¿Cómo fue?

-Aclaremos que era la pedida de mano de una de mis tías y que había unas 300 personas, si no más. Pues fue que mi abuelo asó una ternera asada rellena de dos o tres cochinillos; los cochinillos rellenos de pollo; y los pollos, de perdices. Y todo eso, asado al espeto durante bastante tiempo.

-¿Cuál es su favorita?

-La de los hermanos sastres de Larín. Se dedicaban a hacer ropa interior a las señoras, ya que en aquella época no había corseterías. Mi abuelo siempre se metía con ellos y les decía: «E logo, como lles tomades as medidas ás señoras, ca man, co metro…?». Un buen día, uno de los sastres le dijo que le quería hacer un traje. Compraron la tela y llegó el momento de ir a probar.

-Recordemos que Picadillo era de medidas voluminosas.

-Era muy grande y muy gordo.

-¿Cuánto llegó a pesar?

-Mi abuelo medía 2 metros y pesaba 275 kilos; 180, cuando adelgazaba [Sonríe].

-Total, que lo dejamos probándose el traje en Larín.

-Empezó con una manga y le llegaba hasta la mitad del brazo. «Y esto?», preguntó. «É a moda, señorito, é a moda», dijo el sastre. Se puso la chaqueta y lo mismo.

-Le quedaba raquítica, ¿no?

-Sí. [Risas] Y el sastre repetía: «É a moda, señorito, é a moda». Cuando llegó el momento de probar el pantalón, no le subía de las piernas. De repente, mi abuelo le soltó: «Mire, de aquí non paso! Moda ou non moda, o cu quéroo dentro!!» [Más risas].

-¡Ja, ja! Foi a revancha!

-Otro día, vino un circo que traía al hombre más gordo del mundo. Mi abuelo fue a verlo.

-¿Se fue a comparar?

-Sí, y, para él, ¡era un señor delgado! Así que les dijo a los del circo: «Oigan, aquí presenten otra atracción, pero esta no, eh! ¡Porque a mí me ven por la calle todos los días y gratis!». [Risas]

-Fue alcalde en dos etapas.

-La segunda vez lo echaron. Se fue con los maceros a la cárcel para llevar mantas y comida a los funcionarios que habían hecho una huelga general. Cuando volvió al despacho, había otro señor sentado en su asiento. Las 27 sociedades obreras de A Coruña le hicieron un homenaje tremendo. Fíjese, un homenaje de los sindicatos a un alcalde conservador. Eso lo llevaba a gala.

-¿Cómo explica que su legado se haya mantenido tan vivo?

-Llama la atención que, cien años después de su muerte, la gente lo recuerde tanto.

«Para utilizar el libro de Picadillo, hay que saber cocinar. A la gente moderna le cuesta»

Hay un paralelismo claro entre Chau Fernández-Gago y su famoso abuelo, autor del primer best-seller de la literatura coruñesa. Como él, ella también es gastrónoma [pertenece a la Academia Galega de Gastronomía], también ha escrito varios libros de cocina y también tuvo seis hijos [y 14 nietos, ella].

-¿Cuántos ejemplares tiene en casa de «La Cocina Práctica»?

-Calculo que cuatro o cinco ediciones diferentes. Me falta el de la portada de los ratones. Tengo de la primera, la segunda y así hasta la veintitantos que se hizo.

-¿Cuál es la receta más coruñesa de Picadillo?

-El bacalao a la herculina.

-¿Y cuál le sale mejor?

-Los calamares en su tinta.

-Es una biblia de la cocina.

-Para usar este libro hay que saber cocinar. A la gente moderna le cuesta más. Porque claro, pone «dos cucharadas de manteca de vaca». ¿Quién cocina hoy con eso, con la grasa que tiene?

-¿Se ha planteado adaptarlas?

-Idea desechada. Es que la gracia de Picadillo está en los comentarios, los chistes, las poesías...

-Aún sigo pensando en los 275 kilos que pesaba su abuelo.

-Pues estuvo en una clínica en Alemania y logró adelgazar 77 kilos que, siguiendo una dieta durísima toda su vida, nunca volvió a recuperar.

-Murió de la gripe a los 44 años.

-Sí, mi abuelo fue el único de casa que cogió la gripe. Ni los niños, ni mi abuela, ni nadie más. Estaba en Anzobre, se vino para A Coruña y se enfermó.

-Dicen que su entierro fue un auténtico espectáculo.

-Acudió muchísima gente. El traslado de su cadáver, primero por la ciudad y, después, hasta el pazo de Anzobre, fue una gran manifestación de duelo.

Una fecha histórica: Este año se conmemora el centenario de la muerte, víctima de la gripe, de Manuel María Puga y Parga (1918-2018), exalcalde, escritor y gastrónomo. La Cocina Práctica: No hay estantería coruñesa sin el famoso recetario. A menudo, heredado de nuestras madres.

La Cócina Práctica: No hay estantería coruñesa sin el famoso recetario. A menudo, heredado de nuestras mades.