«El Agra es aceptar que el mundo es nuestro»

Mila Méndez Otero
mila méndez A CORUÑA / LA VOZ

A CORUÑA CIUDAD

MARCOS MIGUEZ

Es el barrio con mayor densidad de población de Galicia y uno de los más multiculturales

14 oct 2018 . Actualizado a las 05:00 h.

El mapamundi está aquí. Lo representan con sus acentos, vestuarios, colores y maneras. En el distrito demarcado por las rondas de Outeiro y Nelle residen más personas por metro cuadrado que en buena parte de los municipios gallegos. En total son cerca de 30.000 habitantes, casi tantos como los que tiene Oleiros (35.000 censados), más que los de Culleredo (29.600) y Cambre (24.100) o el doble que Sada (15.000). Uno de cada diez coruñeses viven en el Agra. Uno de cada diez habitantes de este barrio es extranjero.

Las oenegés contabilizan hasta 30 países distintos de origen. Aquí están SOS Racismo, Viraventos y Equus Cebra. En la Sagrada Familia, distrito aledaño y con un porcentaje de extranjeros dos puntos superior, se ubican los colectivos Ecos do Sur y Ecodesarrollo Gaia. El éxodo rural fue el origen del barrio hace 70 años. El envejecimiento de sus moradores y la llegada de vecinos más exóticos es su presente. «A la hora de integrarse, la población hispanohablante lo ha tenido más fácil. Ellas fueron consiguiendo trabajo como asistentes en casas. Ellos en la construcción. Muchos han cumplido su misión. Enviar dinero a sus familias o ayudar a que sus hijos puedan estudiar», cuenta Guillermo Fernández - Obanza, de Ecodesarrollo Gaia. El menudeo de estupefacientes, el paro y el aislamiento social son las principales amenazas. 

El reto de la integración

Los senegaleses son una de las comunidades más importantes. «Solo entre el 2002 y el 2010 preparamos a 151 para ser marineros», añade Guillermo. Cheikh Fayé llegó «el 6 de agosto del 2003». Tiene una memoria precisa. Su objetivo era Italia pero un amigo se lo desaconsejó, «me dijo que Galicia no estaba tan saturada y era más fácil vivir aquí si no tenías papeles», explica. ¿Y ahora? «Tengo permiso de residencia desde el 2005».

Estudió Geografía e Historia en su país. Aquí enlaza trabajos temporales, en el puerto o en la construcción. No para de hacer cursos, habla castellano, se atreve con el gallego y publicó una biografía. «Leo en la prensa que los jóvenes, muchos con título, se van en busca de un futuro mellor. Los políticos tienen que retenerlos, la juventud se queda en su tierra si allí se vive bien». Sabe de lo que habla. Cuando llega a la plaza de As Conchiñas, el único parque para un barrio con miles de almas, saluda a Ricardo Seixo. Se conocen. Cheikh es socio de la asociación de vecinos Agra do Orzán, presidida por Ricardo, uno de los niños de la peregrinación rural que enriqueció en los 60 a urbes como la coruñesa.

«Gustaríanos ter máis socios como Cheikh, pero non somos quen de conseguilo. Fan coma nós na emigración, crean colectivos entre si», admite Ricardo, que destaca uno de los bares más genuinos del Agra, Mamá África. «O comportamento dos inmigrantes, en xeral, é exemplar. Mellor que o de moitos nativos do barrio ás veces», defiende Seixo. «A inmigración non é un problema para min, pero pode acabar sendo. Hai que deseñar plans para integralos, para ver onde poden traballar», avisa.

Gabriela es de Venezuela. En el Agra se hizo amiga de Yanina, de Colombia, y de Graciela, de Argentina. Todo un crisol latinoamericano. «Te sientes bien cuando caminas y escuchas otro vocabulario. Hay latinos de todas partes y los vecinos se saludan», resalta Gabriela, que abrió un centro de yoga y pilates. «Es un ejemplo vivo de lo que son las culturas conviviendo. Es cierto que aún puede haber un poco de racismo, es algo que hay que trabajar, pero no me quejo, son tolerantes», añade Yanina. «Hace 17 años que estoy acá. Ya soy gallega, ¡antiargentina gallega!», dice sonriendo Graciela, autónoma.

Ante la pregunta de si el Agra es cosmopolita, responde: «Es aceptar que el mundo es nuestro, de las personas. Todos buscamos dónde estar mejor. Mi familia se fue a Valencia. Yo eché raíces aquí -respira profundo-. ¡Me emociono! Elegir de dónde 'querés' ser es más importante que dónde 'nacés'», termina.