El hórreo de Vioño, del maíz a la maría

Mila Méndez Otero
m. m. otero A CORUÑA / LA VOZ

A CORUÑA CIUDAD

ANGEL MANSO

Vecinos de la zona denuncian que uno de sus tradicionales graneros funciona como lugar de trapicheo

24 abr 2019 . Actualizado a las 21:58 h.

Son la reminiscencia que queda de la ciudad que un día también fue labriega. Son historia y arte. Los dos hórreos del parque de Vioño se exponen, sin embargo, a varios peligros. «Vienen de noche aquí a hacer trapicheos e intercambios de todo tipo», denuncia una vecina. «Estas piedras suponen un riesgo para los niños que juegan y se suben a ellas», alerta otra residente. Entre las quejas que más se reproducen por parte de los usuarios del espacio verde -que no hace tanto fue terreno de labranza-, el legado etnográfico suele quedar en un segundo plano.

«Si acceden a él hay que cerrarlo», dice Dolores Paz González. Nació en el antiguo lugar de Outeiro, el que dio nombre a la ronda. Es la presidenta del colectivo de propietarios, heredero de la antigua Asociación de Labradores de Vioño, «la más antigua de residentes de la ciudad», destaca. Dolores se refiere al hórreo que está dentro de los jardines inaugurados en el 2006. No solo les preocupan los «trapicheos», también la situación de la construcción. «Se va a deteriorar aún más. Pueden remover las piedras y está hecho una escombrera. Mientras, las hierbas crecen entre las grietas. Junto con los pozos, que se protegieron con unos cristales, son el recuerdo que nos queda de lo que fue Vioño», lamenta.

Ahora los dos cabazos son piezas ornamentales instaladas en un espacio público municipal. Antes «eran de dos familias de agricultores de la zona. Cuando quedaron sin sus fincas los vendieron. ¡Hasta hace menos de dos decenios se utilizaban como graneros! Tenían sus respectivos tejados y estaban en buen estado. Además, son de granito, no de madera, como los que existían en San Pedro de Visma», detalla Chelo Paz, otra residente. Hace 12 años encabezó las protestas para que el segundo hórreo, en plena acera en una calle paralela a la avenida de Arteixo, se integrara también como elemento decorativo del parque. «Son de los pocos que nos quedan en A Coruña», destaca Paz. «En Elviña temos identificado outro, pero sobreviven moi poucos», puntualiza Carlos Fernández Coto, de la Asociación para a Defensa do Patrimonio Cultural Galego (Apatrigal). «Esto es parte de nuestro pasado y un patrimonio de toda la ciudad», recalca Chelo Paz.

Desde el Ayuntamiento reconocen que es preciso aumentar la vigilancia con rondas nocturnas y proteger ambos monumentos. «No estoy a favor de su traslado, como sugieren algunos padres. Forman parte de este lugar. Los progenitores tienen que ser responsables del comportamiento de sus hijos. No pueden dejar que trepen por unas piedras que son historia», subraya Dolores, la portavoz vecinal. Los dos cabazos, termina, no están fuera de contexto, sino que son su esencia, desdibujada como efecto del progreso por las moles de hormigón que parapetan el parque.