
Parejas que se casan en el Ayuntamiento también acuden a la santa para pedirle que no llueva el día de su boda
23 sep 2018 . Actualizado a las 05:00 h.«¿Por qué yo no puedo tener un novio normal? ¿Por qué? Solo un novio corriente que no se me vuelva loco!». Esto le grita la camarera Carol Connelly (Helen Hunt) al escritor y coleccionista de manías Melvin Udall (Jack Nicholson) en la romántica comedia Mejor… imposible. Novio (o novia) normal y una boda soleada son dos deseos básicos de cualquier pareja. Si para lo primero ya cada quien hace lo que puede, para lo segundo hay una costumbre, no siempre claramente detallada: «Hola. ¿Alguna sabe cómo es la tradición de llevar huevos a Santa Clara para que no llueva? Me han dicho que tiene que ir una soltera y no familiar, y llevarlos una semana antes. ¿Tantos requisitos? Pensaba llevarlos yo. [Sé que habrá muchas que no crean en estas cosas y les parezcan tonterías. No hace falta que lo escribáis por aquí. Yo pido opinión a las que piensen igual que yo y saben cómo va la tradición]». Esto escribía hace unos meses en las redes sociales (bodas.net) una pacífica novia andaluza. Tenía claro lo de pedirle ayuda a Santa Clara y no quería polémica.
Como es lógico, la pregunta dio lugar a la aportación de todo tipo de casuística, desde que la ofrenda debía hacerla la pareja contrayente hasta que servía la que harían unas amigas en una ciudad donde había convento de Santa Clara porque en el sitio de la boda no lo había. Otra opción era que la pareja dejara los huevos en el torno de las monjas (esa especie de ventanuco a través del que se comunican con el exterior) con una nota de la fecha del casamiento y ya ellas rezaban para que no lloviera.
Desde Barcelona, una autodenominada «novia máster» explicaba: «La mayoría de las novias que se casan por la Iglesia así lo hacen y empiezan a hacerlo también quienes contraen matrimonio civil, sobre todo en regiones de pluviometría muy variable».
Petición por triplicado
A Coruña es uno de esos lugares donde hay parejas que se casan en el Ayuntamiento pero antes de hacerlo acuden con su ofrenda a Santa Clara para pedirle que no llueva. Lo confirman las propias monjas clarisas que llevan en la ciudad más de seis siglos, desde el año 1411. Y es que no hay nada como una boda con sol ya que la lluvia, de ahí parece que viene la tradición, hace presagiar un futuro con jornadas lacrimosas para la novia. Por ello hay familias que amarran todo lo que pueden y así una de las participantes en la aportación de ideas sobre esta costumbre comentaba: «Aquí en Coruña somos muy exagerados: En las dos últimas bodas, los llevaron [los huevos] la novia, amigas y la familia de la novia!!! […] Ah, y no llovió en ninguna de ellas».
En lo que parecen coincidir las distintas opinantes es en que la ofrenda debe ser de al menos «una docena de 13 huevos». Se supone que la buena de Santa Clara, cuya fiesta se celebra el 11 de agosto, sabrá el porqué de ese peculiar cálculo matemático.
Dulces en un viejo obrador
De los huevos donados por las parejas que se casan salen los dulces que elaboran y venden las clarisas del convento de Santa Bárbara. Es, junto con el pequeño huerto que cultivan, casi su único medio de vida, ya que han dejado la tarea de lavar la ropa de un hotel por el extraordinario esfuerzo que les suponía.
Después de hacer cocadas, dulces o tartas (estas se las pueden encargar), si sobran huevos van para alguna persona necesitada. El viejo obrador con el que cuentan las religiosas no les permite hacer mucho más. Y tampoco hacen distinción entre los huevos de las bodas religiosas y los de las civiles; estos últimos, por lógica, ¿habría que llamarlos huevos civiles para Santa Clara?