El reducido flujo de clientes desanima a abrir negocios en la zona antigua

m. m. A CORUÑA / LA VOZ

A CORUÑA CIUDAD

20 sep 2018 . Actualizado a las 05:00 h.

La singularidad de estar en cuesta, cree Lurdes Gutiérrez, puede ser un hándicap. «Aún así me parece un lugar muy agradable». Gerardo Quintela, de El Descansillo, está convencido de que la restricción del tráfico rodado pasó factura: «Tienes que aparcar casi en plaza de España y luego venir andando hasta aquí. La mayoría se queda por la plaza de Azcárraga y ya no sigue». Intramuros, los cierres comerciales no son una novedad. «Tengo 39 años y aquí siempre recuerdo locales de hostelería. Bares y pubs. También alguna tienda, como una zapatería, pero la verdad es que la mayoría solían estar por otras calles aledañas», explica Diana Cabanas, de la Asociación de Fiestas del Rosario Patrona de A Coruña. Su compañera Mariví Fornos, que ya pasa de los 70, asiente: «Hubo sobre todo ultramarinos... y mucha más vida de la que tenemos ahora». Los que todavía siguen, creen, son unos supervivientes.