Lluvia fina de cemento al final del mandato

Xosé Vázquez Gago
Xosé Gago A CORUÑA / LA VOZ

A CORUÑA CIUDAD

VÍTOR MEJUTO

El gobierno local intenta anular las críticas por la parálisis con un goteo de obras e inauguraciones

30 jul 2018 . Actualizado a las 01:39 h.

«Actuacións de mellora de accesibilidade do distrito dos Mallos». «Mellora integral e posta en valor dos xardíns históricos». «Reforma das zonas de xogo infantil de 23 centros escolares». «Reurbanización de la calle de la Torre». «Creación del Bosque das Cinco Illas»... y así, en solo un mes, hasta 17 anuncios de obras e intervenciones varias en la web del Ayuntamiento. Anuncios que incluyen desde el soterramiento de una línea eléctrica en el cruce de dos calles, a la colocación de sistemas de detección precoz del picudo rojo en 75 palmeras.

Tras más de tres años de continuas denuncias de PP, PSOE y BNG por la «parálisis», el equipo de Xulio Ferreiro quiere demostrar que hace cosas, como los catalanes de Rajoy, y por ello se prevén hasta el final del mandato suaves precipitaciones de cemento, con obras, pequeñas intervenciones, inauguraciones y visitas, como los repetidos paseos del edil Xiao Varela por la eterna construcción del Ofimático, o el que se dio el alcalde por la «cuarta fase» de la reforma de la calle de la Torre, ya terminada.

El propio Xulio Ferreiro anunció lo que se venía en una entrevista con La Voz publicada el pasado 14 de enero: «De aquí a final de ano imos ver un montón de cousas en marcha. Proxectos pequenos, medianos e grandes. Dende as cubertas de Riazor, que vai ser o investimento máis grande deste ano con case sete millóns de euros, á renovación do mercado e a praza de Monte Alto, o mercado de Santa Lucía creo que en obras tamén, o de Durmideiras xa moi avanzado, e pequenas actuacións como a ruta accesible entre Mestre Clavé e Federico Tapia ou o carril bici».

La situación ofrece paralelismos con el mandato anterior. El gobierno del PP empezó deshaciendo costosas infraestructuras que habían dejado sus predecesores como el carril bus o la mediana de General Sanjurjo. Su gasto en inversiones fue modesto en los primeros años, pero aumentó considerablemente en la segunda mitad cuando se alcanzaron los porcentajes de ejecución del presupuesto más altos en décadas. Pero aquel arreón final no fue suficiente para que los populares renovasen la alcaldía.

Ese esquema se ha repetido, exagerado, en el mandato actual. Tras su llegada al gobierno, la Marea Atlántica paró los proyectos que habían legado sus predecesores, desde la reforma del Remanso -que sigue abandonado- hasta la rosaleda de Méndez Núñez, la reforma del mercado de San Agustín, o el centro de salud de Santa Lucía -aún pendiente-. Lo mismo ocurrió con infraestructuras de gran calado como la ampliación de Alfonso Molina o la estación intermodal, que arrastran importantes retrasos. Pero el caso paradigmático fue la cubierta de Riazor. El gobierno local, pese a los informes que decían que era viable, anuló el contrato que estaba vigente a petición de la empresa adjudicataria y, pese al compromiso de no emprender «obras faraónicas», licitó uno nuevo que supera los ocho millones de euros. 

Otras prioridades

Hace meses, en un encuentro con periodistas, la concejala de Participación, Claudia Delso, defendió que las prioridades de su partido eran otras, e invitó a la prensa a fijarse en otros datos. Pero dentro del partido ya había inquietud, y en los meses siguientes surgieron críticas más allá de los partidos de la oposición o los empresarios. El anterior jefe de prensa del Ayuntamiento lamentó que el gobierno fuese a ser el primero que no inauguraba ni un nuevo parque durante su mandato.

Quizá por lo que explicó aquel día la concejala Delso, el «arreón final» ha empezado más tarde esta vez. En su tercer año, el 2013, el gobierno anterior aceleró la gestión y ejecutó el 65 % del capítulo de inversiones: 29,48 millones de los 37 presupuestados. Pese a ello, el ahorro al final de aquel ejercicio fue de 15,95 millones.

El gobierno actual, en su tercer año, el 2017, ejecutó el 24,5 % del capítulo de inversiones: 10,8 millones de los 44 presupuestados.

La gestión se ha acelerado algo este año, gracias a la aprobación menos tardía de los presupuestos, pero la lluvia de cemento todavía es más fina que en el 2014.

La ejecución de inversiones es modesta, pero multiplica la del 2016 y 2017

Entre el 1 de enero y el pasado 24 de julio, el gobierno local gastó 7,23 de los 48 millones del capítulo de inversiones, en el que se detallan las obras y nuevas instalaciones previstas en la ciudad. Esas cifras suponen que en más de medio ejercicio apenas se ha ejecutado el 15 % de lo previsto.

Es un balance modesto, pero comparado con el de los dos últimos años podría considerarse revolucionario. Hace dos años, en julio del 2016, el gobierno local había gastado menos del 7 % de los fondos del capítulo de inversiones. En números absolutos, había logrado hacer obras por apenas 2,93 de los 42,55 millones previstos. Aún era peor el balance de julio del año pasado. La ejecución de las inversiones se quedaba por aquel entonces en el 5,26 %, menos de dos de los casi 38 millones presupuestados.

Se trata de magnitudes muy inferiores a los 7,23 millones, de un presupuesto total de 48, invertidos en lo que va de ejercicio.

Aunque esté en el 15 %, el gobierno local todavía tiene margen para mejorar ese porcentaje. En su último año completo de gobierno, a 30 de mayo del 2014, el anterior ejecutivo del PP había gastado 8,55 millones de un presupuesto de inversiones de 62,5. Es decir, un 13,72 % en términos relativos, un porcentaje que causó ciertas críticas. Pero a 31 de diciembre se había logrado elevar ese guarismo hasta el 65,5 %, la cifra más alta que se recordaba.

El anterior gobierno local contaba con la ventaja de su mayoría absoluta, que le permitió tener sus presupuestos aprobados el 1 de enero de cada año -como todos los gobiernos locales anteriores desde Francisco Vázquez-. El actual ejecutivo local está en minoría, y ha rechazado en varias ocasiones un pacto estable con el PSOE, lo que le obliga a buscar acuerdos puntuales para aprobar sus cuentas. Para las cuentas del 2016 y el 2017 no los alcanzó -de hecho en ese segundo año rompió el preacuerdo alcanzado con el PSOE-. En ambos ejercicios los presupuestos no estuvieron en vigor hasta bien entrado mayo, lo que dificultó ejecutar obras e inversiones.

En un movimiento muy discutido internamente, el PSOE decidió dar un respaldo casi incondicional a las cuentas del 2018, las últimas antes de las lecciones. Pese a ello, el gobierno local no llegó a tiempo de aprobarlas a 1 de enero. No logró que entrasen en vigor hasta febrero, de nuevo con retraso, aunque en esta ocasión, por ser tan pequeño, debería tener un impacto menor en la ejecución final de las inversiones.

En Monte Alto nadie sabe nada de la reforma del mercado 

Los dos últimos gobiernos municipales de A Coruña han defendido proyectos diferentes para reformar el mercado de Monte Alto. Sin embargo, pese a tanto plan, los placeros no saben cuándo empezarán las obras. «Prometéronnos unha reforma que din que van facer pero nunca se sabe cando», comenta con resignación uno de los vendedores. En ningún puesto se sabe cuándo van a arrancar las reformas. «Había un proyecto para la plaza y el mercado , ya desde el gobierno anterior, pero debe ser muy difícil porque nunca se llegó a hacer», explica una placera.

La Asociación de Veciños Atochas-Monte Alto tampoco tiene noticias al respecto. «O PP tiña un proxecto pero a entidade veciñal nunca o chegou a ver. Coa entrada no goberno da Marea o proxecto paralizase. Despois de dúas reunións, o goberno municipal ensinounos o novo plan. A idea que se tiña era abrir os mercados ás rúas colindantes e subir a escola infantil, xa que había que pasar a escola á parte superior polos difíciles accesos. Dende aquela, a asociación veciñal non volveu saber nada», dice Alberte Fernández, miembro de la entidad. Los placeros también comentan de la escuela infantil. «Había un proyecto para subir la guardería a la parte de arriba de la plaza. Es una pena porque está enterrada y no tiene patio», dice otra vendedora. Además, los vecinos demandan la mejora de la plaza. «A praza é todo cemento. Había que poñer espazos verdes, humanizala e eliminar os puntos conflitivos Non ten vida e iso é un problema», dice Alberte. «Antes había mucha gente mayor y niños. Es una pena porque es un espacio muy grande y podía estar más aprovechado», señala una placera.