Indignación vecinal: «Vienen, los quitan, y al día siguiente está igual»

I. ÚBEDA / C. A. A CORUÑA / LA VOZ

A CORUÑA CIUDAD

Nuria Cancela

Trabajadores de establecimientos afectados aseguran con resignación que «ahora los grafitis se hacen con algo distinto y no se pueden limpiar»

01 oct 2018 . Actualizado a las 12:42 h.

Andrea trabaja en la tienda de ropa y complementos Smile, situada en la calle Real. Al preguntarle por el grafiti que hay en la fachada del local en el que trabaja, se muestra sorprendida. «¿¡Aquí!?», pregunta. Pero al salir a la calle ve que a la vuelta, en el lado de la estrecha Canuto Berea que conecta con rúa Galera, hay un grafiti en la fachada la tienda. Andrea toca la pintura y dice: «lo acaban de hacer, pero está seco. Este fin de semana no estaba. Es horrible», asegura. La dependienta aclara que Smile lleva abierta apenas un año y que «hubo que llamar a una empresa de limpieza para la fachada», para poder abrir. Después de la apertura, han hecho nuevamente uso de ese servicio en una ocasión más en los últimos meses.

 A pocos pasos de la tienda en la que trabaja Andrea está el The Phone House que atiende Lupe desde hace varios años. En este caso, la dependienta hace referencia a las pintadas en uno de los cristales del local. «Los grafitis antes se iban, pero ahora utilizan algo distinto y no se puede limpiar», sentencia. Añade que las pintadas «van saliendo» de vez en cuando y que la más antigua de las que hay en el local para el que trabaja tiene «unos dos meses», calcula.

En la calle del Ángel, una de las aledañas a la Real, trabaja Teresa para el restaurante O Tanagra. Teresa lleva tan solo un año y comenta que la mayoría de los grafitis ya estaban cuando ella llegó. Sin embargo, señala uno de ellos de color verde como el más reciente, que «llevará como unos seis meses», dice.

También cerca de esa misma calle del Ángel, en la cuentería Laku, trabaja Ana, que explica que «la mayoría de los grafitis ya estaban cuando yo llegué hace un año». Y, aunque comenta que su negocio no los ha padecido, «esta calle sí que está llena», señala.

Más allá, en los alrededores de la Iglesia de San Nicolás, una vecina del barrio comenta con resignación que «vienen, los quitan , y al día siguiente está igual». Punto de vista que comparten en el Salón de Juegos Luckia, pues en su caso tienen grafiteado «tanto el cristal como la fachada, y la persiana también», aclaran los trabajadores.

Pero esta situación no es exclusiva de esta zona, pues en los alrededores de la calle Orzán diferentes comercios hablan sobre las pintadas que hay en sus locales. Natalia, de la empresa de coworking y márketing Ultra Marina, dice que aunque llevan «poco tiempo» en el lugar «los grafitis se quitaron una vez, pero vuelven», resuelve.