Las subastas ilegales de cigala en el Muro se convocaban en chats de móvil

e. abuín / e. Mouzo REDACCIÓN / LA VOZ

A CORUÑA CIUDAD

Guardia Civil

De las 45 toneladas requisadas, 44 estaban congeladas en una nave fuera de A Coruña

07 jul 2018 . Actualizado a las 22:33 h.

Ocurre a veces que, al tirar de una hebra, se desteje todo un jersey. Lo que no se esperaba el Servicio Marítimo de la Guardia Civil es que, al tirar del hilo con el que topó en febrero pasado tras hallar en el vehículo de un minorista que compraba en la lonja de A Coruña unos cuantos kilos de cigala fresca sin documentación, acabase encontrando 45 toneladas de esa especie sin ningún tipo de trazabilidad.

Pero así fue. El hallazgo fortuito, en un control rutinario, de ese crustáceo cuya captura en el Cantábrico está prohibida desde enero del 2017 despertó las sospechas del instituto armado, que inició una investigación que lo llevó a concluir que había un canal de comercialización ilegal de minoristas en la lonja de A Coruña. Lo contó ayer el jefe del Servicio Marítimo de la Guardia Civil, Antonio Fuentes, que matizó que estas pujas se realizaban en pasillos y en almacenes particulares del edificio de la lonja, nunca en las salas oficiales de subastas. Y que tampoco eran diarias. Se celebraban «cuando reunían una pequeña cantidad» de producto y avisaban a los potenciales compradores a través de un grupo de WhatsApp o Telegram.

Para el jueves habían organizado una en el chat. Ya había arrancado cuando doce agentes de la Guardia Civil, acompañados de cinco inspectores veterinarios del Servizo de Gardacostas, irrumpieron e interrumpieron la subasta ilegal que se estaba celebrando a las siete de la madrugada.

En la operación, que la Guardia Civil ha bautizado con el nombre de Pinza Roja, se incautaron 45 toneladas de cigala, el mayor volumen que recuerda en España el teniente Fuentes, que incidió en que la cantidad decomisada es prácticamente igual a la cuota que tenía para todo el año la flota del Cantábrico en el 2016, último año que estuvo autorizada la extracción de cigala.

Una nave en las afueras

Ahora bien, el grueso del decomiso no se practicó en el edificio de la lonja. Según la Guardia Civil, en la subasta paralela se requisaron 380 kilos de cigala fresca sin documentación de trazabilidad, que fueron entregadas al banco de alimentos. Sucede que en las pesquisas posteriores a la redada, en el almacén de uno de los tres minoristas que a raíz de la operación fueron propuestos para sanción, se encontró una pequeña cantidad de cigala congelada. Al reclamar al propietario la autorización para congelarla, resultó que carecía de permiso para realizar ese proceso, por lo que también fue incautada.

Pero la Guardia Civil aún tiró un poco más del hilo. Y este le llevó a las afueras de la ciudad de A Coruña, a una congeladora propiedad de uno de los minoristas en la que descubrieron 44.805 kilos de cigala congelada que no tenía acreditada la trazabilidad y, por tanto, se desconoce si procede de zona vedada o ha sido capturada en Gran Sol. Ese es el trabajo que tiene por delante el instituto armado: comprobar si el barco de que procede cada partida y la zona de captura coincide con el diario de pesca del buque.

Mientras se emprende ese trabajo, la operación sigue abierta y no se descartan más incautaciones. Lonja de La Coruña subrayó que las subastas se desarrollaban fuera de su ámbito de gestión y lamentó que en un primer momento se hubiese vinculado al Muro con las 44 toneladas requisadas en la nave a las afueras.

Producto de barcos ya desguazados

Aunque una parte de la mercancía incautada se podrá legalizar y devolver a su propietario -como ya ha ocurrido con alguna partida, según el teniente Fuentes-, el grueso de las toneladas tendrán que ser destruidas dado que, aparte de la falta de garantías del proceso de congelación y las dudas de la procedencia, había cigalas que llevaban varios años congeladas y supuestamente habrían ya caducado. De hecho, algunas procedían de barcos que llevan tiempo hundidos o desguazados.