La forma de elaborar estos emparedados permite saborearlos como si se tratase de una tosta
06 jul 2018 . Actualizado a las 13:10 h.¿Quién dijo que un sándwich tiene que llevar todos sus ingredientes en el interior? En el Emporio de los sándwiches llevan 47 años sirviendo una versión muy particular de los clásicos emparedados, y precisamente la originalidad de su receta es uno de los secretos para que este negocio familiar continúe cosechando adeptos por toda la ciudad.
Manuel Cuñarro llegó con la idea de hacer esta versión de los sándwiches a su regreso de Venezuela en 1971. «Abrió para seis meses, para probar si el negocio funcionaba. A Coruña era tierra de callos y las hamburguesas casi ni habían llegado», explica su nieto Valentín. El propio Manuel, que era soldador, fabricó los moldes para el pan y los patentó en 1976 para que no se los copiasen. Desde entonces, tanto las medidas como la receta del pan siguen siendo las mismas. «A la gente le gusta y le sorprende que las cosas se sigan haciendo igual con el paso de los años. La gente que vino con sus padres, ahora viene con sus nietos», comenta con orgullo.
El hijo y la nieta del ideólogo -Manuel y Rosa- trabajan mano a mano en la cocina. Él se encarga de dorar con mimo el pan en el horno y ella de cortar los bordes y colocar los ingredientes para darles un último golpe de calor. El resultado es un sándwich único y sabroso que se corta en seis porciones y se puede tomar como si de una tosta se tratase.
Los sándwiches son la estrella, pero hay especialidades en pan como el chivito -filete de cerdo con lechuga, tomate, y queso- que cuentan con auténticos adeptos. Los postres hacen las delicias de los más golosos, sobre todo la clásica tarta de la abuela en la que hasta la galletas de la base se elaboran con una receta casera.
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