Celebración entre la hierba

Antonio Sandoval Rey

A CORUÑA CIUDAD

antonio sandoval

La lavandera boyera vuelve a criar en el entorno de la torre de Hércules

30 jun 2018 . Actualizado a las 05:00 h.

Este fin de mes, en el que celebramos el noveno aniversario de la declaración de la Torre de Hércules como Patrimonio de la Humanidad, he venido a menudo a pasear por los alrededores de nuestro faro. Mi objetivo era comprobar si, como sospechaba, la lavandera boyera habría vuelto a criar en este lugar, de donde se ausentó hace varios años como reproductora. El lunes pasado, a la misma hora que España se batía con Marruecos en el Mundial, por fin pude confirmarlo. Una hembra iba y venía por los prados con al menos dos pollos volantones.

Digo que al menos porque, inmediatamente, decidí alejarme de la familia. Ni yo necesitaba conocer cuántos jóvenes habían nacido, ni ellas mi fisgoneo naturalista. Esta especie suele poner entre cuatro o cinco huevos, así que no era improbable que el resto de la prole estuviera aguardando a que yo me fuera para ser alimentada por sus papás. 

Cuando había vacas

Quienes vamos sumando más años recordamos bien las últimas vacas que hubo en los alrededores de la torre. Las lavanderas boyeras se llaman así por su costumbre de acompañar al ganado, a fin de aprovechar los insectos que lo rodean. A partir de otoño vuelan a África. Allí se unen a los rebaños locales. También a búfalos salvajes, elefantes, ñus, cebras...

Regresan en abril. Los primeros en llegar son los machos, de pecho amarillo y llamativo antifaz gris oscuro. Los de otras zonas de Europa y Asia se diferencian de los ibéricos, precisamente, por el diseño de su cabeza. Los hay desde casi totalmente amarilla a casi por completo negra. Va por regiones. Cuando aparecen las hembras, ellos ya suelen haber reservado un territorio propio. 

Gracias a la hierba alta

Si este año han vuelto a criar en el lugar más mágico de A Coruña, es gracias a la decisión del Ayuntamiento de no segar amplias zonas de esos prados. No hay vacas, pero sí refugio. El efecto de esta medida en la biodiversidad es casi emocionante: además de lavanderas, aprovechan esas altas hierbas muchos otros pájaros: buitrones, jilgueros, pardillos, tarabillas, mirlos... Además, polinizadores como mariposas o abejorros disfrutan de la abundancia de flores, mientras que golondrinas y vencejos se llevan a bocados, para sus propias familias, muchos otros insectos que sobrevuelan esas islas vegetales de vida.

A menudo sueño con ver regresar algún día las vacas junto a la Torre y que el entorno del faro recupere con ellas un poco del carácter rural que mantuvo hasta hace bien poco. Estos días de aniversario he decidido soñar, además, que las lavanderas boyeras no volverán a marcharse. Que de aquí en adelante celebraremos cada año, con sus nuevas proles, el patrimonio natural de nuestra ciudad. En su caso, un patrimonio que compartimos con algún rincón de África.

Evitar molestarlas. Si vas a pasear por la Torre procura no acercarte demasiado a las islas de vegetación sin segar. Observa desde lejos las aves allí presentes. Y si ves lo que parece un pollo despistado, aléjate cuanto antes.

Especie común. La lavandera boyera no es una especie rara en Galicia, ni mucho menos. Abunda en muchos lugares abiertos. Cuidándola allí donde vive, nos aseguraremos que siga siendo así.