Cerca de medio millar de camellos se reparten el tráfico de hachís

alberto mahía A CORUÑA / LA VOZ

A CORUÑA CIUDAD

CESAR QUIAN

Aumento preocupante del consumo de drogas «blandas» entre los adolescentes

29 jun 2018 . Actualizado a las 01:26 h.

El hachís está de moda entre los jóvenes y adolescentes y esto se debe, según el psicólogo Carlos Bermúdez-Díez, «a que no hemos hecho absolutamente nada para educar a nuestros adolescentes sobre los importantes perjuicios que conlleva el consumo del cannabis. Existe una aceptación social de las drogas llamadas blandas y entre la juventud esa permisividad derivó en que en los dos últimos años su consumo ha crecido casi un 12 % en la franja de edad que va de los 15 a los 17 años». El cannabis es la única droga cuyo consumo aumenta, según la última Encuesta sobre Alcohol y Drogas en España. Ahí se constata que el 7 % de la población lo fuma regularmente. La franja de edad que más fuma porros es la que va de los 15 a los 17 años, entre quienes supera el 12 % y duplica al de los mayores de 35, con un 5,5 %. Subió también la percepción de que consumir cannabis una o dos veces a la semana no supone un riesgo: pasa del 18 % al 20 %.

 Y si aumenta la demanda, aumenta la oferta. El número de pequeños traficantes de cannabis en la ciudad ha crecido al mismo ritmo que el de los consumidores. Fuentes policiales calculan que en A Coruña existen cerca de medio millar de pequeños y medianos camellos; si bien la gran mayoría de estos apenas mueven unos gramos a la semana. No viven de eso, solo venden para sufragar su consumo. Se trata, principalmente, de jóvenes estudiantes o sin trabajo a quienes los traficantes les adelantan pequeñas cantidades a muy bajo precio. Son camellos de medio pelo. «Es cierto que en los últimos años mucha gente se ha metido en el mundo de la venta de droga. Trabajan para traficantes más o menos importantes a cambio de un porcentaje muchas veces ridículo en comparación con lo que arriesgan», sostienen fuentes policiales. Cuentan los agentes que la crisis y el paro llevó a mucha gente a introducirse en ese mundo, agazapados la mayoría por la tolerancia social que existe hacia las drogas blandas, como el hachís o la marihuana. Son estas sustancias las que más atrajeron a los nuevos vendedores. Montaron el negocio en sus propias casas, en establecimientos públicos y también sirven a domicilio.

Por otra parte, el número de personas que en los últimos años se aventuraron a la plantación de marihuana en sus viviendas o en fincas en el rural se ha multiplicado por diez. Como el número de detenciones que llevó a cabo la Guardia Civil en la comarca.

Siendo mayoría los pequeños camellos, por encima de ellos están los que bajan al moro. Los que viajan a Marruecos a comprar bellotas, también conocidos como huevos. Se venden a precios que rondan los 50 y 60 euros. Los traen en el organismo y cuentan con varios clientes que a su vez se dedican a la venta para dar salida a la mercancía.

Unos no bajan, lo compran directamente a los grandes narcos del hachís, que se concentran principalmente en Andalucía y Madrid. La adquieren por kilos. Como el caso de los detenidos la semana pasada en Orillamar.

Es tal la dispersión que el trabajo policial se ha complicado. Ya no hay una zona o tres barrios en concreto. «El tráfico se ha esparcido», según reconoce un mando policial. Eso, por un lado. Por otro, la incesante presión vecinal y persecución a las mafias ha provocado un cambio en las organizaciones, costumbres y maneras de actuar de los narcos, incorporándose al negocio decenas de pequeños camellos difíciles de controlar.

«Salvo los de arriba, los que mueven grandes cantidades, nadie se hace rico traficando con hachís. Viven al día y la mayoría vende para pagar su propio consumo», concluye un mando de la Policía.

La Policía se incautó en Orillamar de cinco kilos de cannabis y uno de cocaína

Las 15 personas detenidas en la operación de Orillamar de la semana pasada pasaron ayer por el despacho de la titular del Juzgado de Instrucción número 6. La jueza los llamó a declarar pero ninguno lo hizo. Ni los ocho que fueron enviados a prisión y ahí continúan, ni los siete restantes que quedaron en libertad con cargos. La defensa de los principales arrestados, miembros de la familia Jiménez Jiménez, el penalista Ramón Sierra, aconsejó a sus clientes que se mantuvieran en silencio hasta que se levante el secreto y pueda acceder a las pruebas.

Por el momento ha trascendido de fuentes policiales que en los dos bloques de edificios de Orillamar hallaron cinco kilos de hachís, uno de cocaína, dos pistolas, dos escopetas y una gran cantidad de dinero. De los 23 detenidos inicialmente, quedaron 15 como investigados y el resto fueron puestos en libertad sin cargos.

Drogadictos

La operación, en la que participaron más de un centenar de policías de varios departamentos, se había iniciado hace 10 meses después de varias denuncias vecinales. Residentes en la zona habían trasladado numerosas veces a las autoridades que el trasiego de drogadictos alrededor de los dos bloques era constante. Día y noche. Una vez que la brigada antidroga de la Policía Nacional tuvo conocimiento, puso en marcha una investigación que se centró principalmente en la familia Jiménez Jiménez. Varios de sus miembros ya estuvieron en prisión y fueron juzgados varias veces por delitos contra la salud pública.