El nuevo callejero de la droga

a. mahía A CORUÑA / LA VOZ

A CORUÑA CIUDAD

PACO RODRÍGUEZ

Tras la desaparición de Penamoa, la venta de heroína y cocaína se dispersó por diferentes barrios

23 jun 2018 . Actualizado a las 11:54 h.

Han ocurrido demasiadas cosas en A Coruña en los últimos años que han puesto patas arriba las políticas de lucha y prevención contra la droga. La progresiva desaparición del poblado de Penamoa, considerado desde tiempos remotos como el mayor supermercado de la heroína en el noroeste de España, ha significado la dispersión de traficantes por toda la ciudad y parte de la comarca, sobre todo en Arteixo y, en menor medida, Culleredo. Meicende fue uno de los lugares que salieron peor parados. Y de camino a esa parroquia arteixana, están las casas ruinosas de San José, donde el trapicheo se hace con total descaro. Puede que esas casas que estrechan la avenida de Finisterre a su paso por la Refinería sean las que más visitas policiales han recibido en la historia de la ciudad. Cambian los clanes, no cambian de costumbres.

Pequeños camellos

Eso, por un lado. Por otro, la incesante presión vecinal y persecución policial a las mafias ha provocado un cambio en las organizaciones, costumbres y maneras de actuar de los narcos, incorporándose al negocio decenas de pequeños camellos difíciles de controlar por su infinita capacidad para moverse por todos los rincones. Así es como surgieron en la ciudad los narcopisos.

También los hay, cada vez más, que sirven a domicilio. Traficantes que se mueven en moto o en coche y acuden allí donde son llamados por sus clientes.

Muerto Penamoa, tampoco se puede decir que haya barrios devastados por la venta y el consumo. Pero sí es cierto, según fuentes policiales, que ha habido zonas más castigadas que otras. Sobre todo aquellas en las que han ido a parar expulsados del asentamiento chabolista de Penamoa, como Meicende, Sagrada Familia, Agra del Orzán o incluso Monte Alto, donde ayer cayó el principal clan de un barrio con varios narcopisos.

En el Agra y el Ventorrillo fueron personas de origen extranjero las que se hicieron con el mercado cuando murió Penamoa. En cambio, en el barrio de las Flores o Monelos son las mismas caras de siempre las que mantienen el negocio.

Cambios en el negocio

La policía ha notado también que los camellos son menos descarados, pero también cada vez más jóvenes. Ya no es como antes. En un mundo donde la traición es la música de fondo y en el que todos, tarde o temprano, terminan cayendo, a los camellos no les quedó otra que reinventarse. Ya no le venden droga a cualquiera y estrechan su negocio a un reducido grupo de fieles clientes. Ya no es aquello de ir por primera vez a un bar donde todo el mundo sabía que se vendía hachís, cocaína o lo que fuera, y comprarle directamente al camarero. Ahora los consumidores han de ir recomendados. Todo eso complicó el trabajo de los policías, que han de palpar todas las calles de la ciudad. Ya no hay una zona o tres barrios en concreto. «El tráfico se ha esparcido», según reconoce un mando policial. Luego están los clanes históricos, que siguen ahí. Y más organizados. La policía sabe que darles un golpe apenas afecta a su estructura. Unos se irán a la cárcel, pero tienen familia de sobra para continuar con el negocio. En el mismo sitio o en otro.

El regreso de la heroína a las calles ha provocado un aumento de robos y atracos

La heroína, una de las drogas más devastadoras por su efecto en la salud física y mental de quienes la consumen, vuelve a las calles. Como si no hubiese memoria de los dramas que causó en los ochenta, una nueva generación de jóvenes, mucho más preparados e informados que los de entonces, han comenzado a consumirla de manera muy preocupante, según la Asociación Ciudadana de Lucha contra la Droga

(Aclad). A falta de las cifras oficiales hay más consumidores de cocaína que -muchos de ellos nuevos, que no habían intentado buscar ayuda antes- y, por otro, que han aumentado los heroinómanos. En todo el país subieron los consumidores de esta droga, después de varios años en los que disminuían. Se están produciendo, además, recaídas. Y eso supuso, a su vez, un incremento de delitos.