«Si te dan una segunda oportunidad, hay que cogerla»

R. Domínguez A CORUÑA / LA VOZ

A CORUÑA CIUDAD

Cristian Lorenzo comparte su experiencia en la Unidad de Quemados después de casi dos décadas del terrible accidente que lo llevó al hospital tan grave que «lo normal es que no hubiese salido»

10 jun 2018 . Actualizado a las 19:00 h.

Cristian Lorenzo conoce bien la Unidad de Quemados. «Sigo manteniendo contacto, ya de amistad», cuenta después de casi dos décadas del terrible accidente que lo llevó al Hospital Universitario de A Coruña tan grave que «lo normal es que no hubiese salido». Pero aquí está. «Ellos me sacaron las castañas del fuego», casi bromea. Tiene 41 años, camina con dos prótesis y empujado por el pensamiento claro de que «si te dan una segunda oportunidad, hay que cogerla y salir para adelante». 

En octubre de 1998 trabajaba en mediciones de cobertura de telefonía móvil cerca de la autopista, a las afueras de A Coruña. La pluma del camión se acercó demasiado a los cables de alta tensión, «hizo arco y nos cogió a mi compañero y a mí». Una descarga de 132.000 voltios cruzó su cuerpo y lo despidió varios metros. «Yo me quedé inconsciente en el acto, no me enteré de nada». Parte de sus piernas, pegadas al asfalto.

Cumplió los 22 en el hospital. «Estuve quince días en coma, quince más en coma inducido y otros quince ya consciente en la unidad», que abandonó relativamente rápido, aunque durante mucho tiempo tuvo que acudir de dos a tres veces por semana a hacerse curas. «Y tuve bastantes operaciones después», apunta de un accidente que también le dejó daños en brazo y mano. No es capaz de precisar cuántos quirófanos e injertos necesitó para curar. «Muchos», dice.

Necesitó también rehabilitación en el hospital de Oza. Ahora prácticamente solo acude a las revisiones por las prótesis de sus piernas. «Adaptarse cuesta, tiene sus problemas, pero es lo que hay, es la lucha del día a día», resume.

Con la distancia del tiempo, cree Cristian que «fue peor para mis padres que para mí». «A mí me quedaron las secuelas, pero a ellos... La impresión del accidente, cuando le dicen ‘hay que apuntarle las piernas para salvarle la vida’. Tuvieron que tomar decisiones muy difíciles, fueron los que pelearon por mí», reflexiona ahora. Habla sin pizca de dramatismo, ni resentimiento, de lo ocurrido. «Cuando te dan esa noticia de que te han cortado las dos piernas en lo mejor de la vida... Es duro. Al principio sobre todo, pero se sale, con apoyo, de la familia, de los amigos, se sale», cuenta quien habla de fuerza y ayuda, y también de frialdad «de cabeza» para superar y comprobar que «no sabes hasta dónde puede llegar la fuerza de superación de cada uno».

«Todo está en la cabeza. Fue lo que te tocó, pero estas aquí, lo lógico era que me hubiese quedado allí, y mira lo que me quedaba por ver», concluye mientras habla de lo rápido que pasa el tiempo cuando se es padre. Tiene dos hijos pequeños. Mucho por lo que seguir tirando hacia adelante.