«A mí me gustaría decidir a qué actuación llevo a mi hijo o no, al margen de quien la patrocine»

La Voz

A CORUÑA CIUDAD

03 jun 2018 . Actualizado a las 05:00 h.

En la casa de César Formosel son roqueros. Ir a conciertos es un clásico familiar. Pero muchas veces chocan de frente con la ley y la interpretación que de esta hace cada sala: «Mi hijo Iago tiene 16 años, pero desde que cumplió 3 lo he llevado a conciertos. Nos encontramos de todo: salas que no ponen ningún problema, otras que no nos permiten entrar con él y las que solo nos dejan ahora, que ya tiene 16 años», explica. «Como ya conozco la situación, lo que hago es ponerme en contacto con el local antes y preguntar cómo lo gestionan», dice.

Recientemente, se llevaron un chasco. En A Coruña iban ver a Aurora & The Betrayers, una artista que les encanta. Cuando ya tenían las entradas compradas les llegó una negativa desde la sala: «Nos dijeron no podía entrar el chico porque el concierto lo patrocinaba una marca de cerveza. Me parece injusto. Yo soy el primero que va a impedir que mi hijo beba alcohol. En todo caso, tendría el mismo riesgo de beber que en un bar normal al que, curiosamente, puedo llevarlo sin ningún problema. A mí me gustaría decidir a qué actuación llevo a mi hijo o no, al margen de quien la patrocine».

Tendencia en auge

Esa postura resulta cada vez más común en una nueva generación de padres que quieren compartir la experiencia de la música en vivo con sus hijos. Pablo Navarro, que militó como músico en Jugoplastika y es asiduo asistente a conciertos, recuerda cuando se tuvo que volver a casa en uno de sus intentos: «Fue en una sala de conciertos de Vigo. Al llegar a la puerta con mi hijo me encontré con un tajante "el niño no puede entrar". Fue imposible acceder, a pesar de insistir en que yo asumía todas las responsabilidades».

Al vivir a caballo entre Galicia y Madrid, Navarro conoce bien la otra cara de la moneda: «He ido hace poco con él a otra sala en Madrid. Allí simplemente tuve que rellenar y firmar una autorización y pudimos pasar sin problemas. Me parece una fórmula que se debería exportar a Galicia. Como miembro de distintas bandas, me da mucha pena no poder compartir con mis hijos música en directo en salas».

José Cousillas, del grupo heavy Malasömbra de Miño, ve el problema desde el escenario: «Cuando tocas en tu ciudad, te van a ver amigos que en muchos casos tienen hijos. Y hay salas que, cuando cierras el bolo, ya te aclaran expresamente que no van a permitir el acceso a menores de ninguna manera, aunque vengan con sus padres. Es muy frustrante».