Cuarenta años criando vacas con pan y cebada a las puertas de la ciudad

Emiliano MOuzo A CORUÑA / LA VOZ

A CORUÑA CIUDAD

Marcos Míguez

Antonio Grandío Varela mantiene una pequeña granja en As Xubias: «É un traballo que me mantén vivo»

26 sep 2019 . Actualizado a las 19:16 h.

Antonio Grandío Varela, de 79 años, el último vaquero de la ciudad. El hombre, natural de Begonte, en Lugo, lleva casi cuarenta años atendiendo una pequeña granja ubicada en As Xubias, entre el Materno Infantil y el colegio Santa María del Mar. Y a pesar de su avanzada edad «acudo tódolos días ata aquí desde a zona de Monelos e paso case toda a xornada entre os animais», dice el ganadero. «É un traballo que me mantén vivo», manifestó.

Incluso habilitó en una parte del edificio «unha pequena vivenda». Lo hizo porque tiene un nieto que utiliza una silla de ruedas «e gústalle vir por aquí e esta casiña faille máis doado acercarse», subrayo Antonio.

En el amplio terreno de As Xubias tiene en la actualidad 11 vacas, «unha delas a punto de parir» y 4 terneros. Grandío también cuenta con diez cerdos, «incluída unha porca de cría».

Recuerda Antonio que desde casi su niñez siempre le gustaron los animales y cuando vino de Begonte a residir a A Coruña «xa empecei a criar vacas». Lo hizo en la calle Montes, en la zona de Monelos: «Tiña dúas e dábanme leite e algunha cría que vendía ou sacrificaba para ter carne na casa», subrayó. Dice que aún se acuerda de cuando llevaba estas vacas «ao boi de posto que tiña un señor no Ventorrillo que creo que xa non está entre nós». Y llegó a tener hasta 60 cerdos en su explotación.

Para Grandío la mejor carne que se puede comer en la ciudad «é a das miñas vacas e a dos meus porcos». Hace esta aseveración y justifica su opinión al hablar de la manutención de sus animales: «Tan só comen pasto que nace na leira, pan e cebada».

Sí, el hombre recoge cada cierto tiempo todo el pan sobrante de una importante panificadora de la ciudad. Hasta hace poco también recogía la masa que no utilizaba este horno, «pero ao fermentar cheiraba, e desde aquela cócena e fan moletes grandes que traio para aquí».

La cebada la recoge de una pequeña cervecera coruñesa. Retira los restos del cereal que queda después de fabricar el licor. «Vén mollado, con restos de cervexa, polo que é un alimento moi bo», dice Antonio. Y conoce que incluso en algún país se ceba a otro tipo de vacas (se refiere al cebú) con la misma cerveza «e é unha carne moi apreciada».

Antonio Grandío recuerda que cuando llegó a A Coruña, y a pesar de tener dos vacas, tuvo que realizar otros trabajos «para sacar a familia adiante». 

Tranvías de A Coruña

Comenzó como conductor en la empresa Travidi. Pero después le surgió la posibilidad de formar parte de la plantilla de la compañía de Tranvías, «pero nos trolebuses, nos que andaban movidos pola electricidade».

En la compañía municipal estuvo varios años «e gañaba 4.000 pesetas». Pero la compañía Isidro de la Cal le ofertó irse allí «cobrando 9.000», y no lo dudó ni un instante, «daquela xa era moito diñeiro», dijo Antonio.

Ahora, el hombre, con serios problemas para caminar, se centra en sus animales. Esta pendiente de ellos continuamente. Sabe que sus becerros son los mejores «porque beben todo o leite que queren das súas nais; de feito, eu mato algún para a miña casa, e qué carne!», dice.

Tiene a sus reses tan domesticadas que nada más escuchar el ruido de su coche ya se acercan al vallado que separa el terreno de las cuadras. Pero Grandío no se acerca a ellas: «Quero que me respecten e que veñan cando as chamo».

Y su forma de actuar sí funciona. Ellas llegan al vallado pero Antonio ni les hace caso. Los animales se van. Cuando llega la hora de comer las llama y ya pueden estar lejos que vienen a la carrera hasta donde está Antonio con la comida.