Linares Rivas o el nudo gordiano del tráfico coruñés

Toni Silva A CORUÑA / LA VOZ

A CORUÑA CIUDAD

Marcos Míguez

Más que una avenida, es un escenario donde los vehículos toman posición para encarar su entrada en la ciudad

13 may 2018 . Actualizado a las 05:00 h.

El hijo de Linares Rivas, Manuel, escribió numerosas obras de teatro. En 1913 publicó Camino adelante, un título que resuena como una punzante ironía cuando a uno le atrapa el atasco de la avenida dedicada a su padre. Camino adelante. Ese es el deseo de todo conductor que cae en el nudo gordiano del tráfico coruñés, allí donde Alfonso Molina desemboca en cascada para llamarse Linares Rivas. Todo coruñés tiene un porcentaje de empadronamiento en esta calle.

Es viernes 11 de mayo, entramos al mediodía en A Coruña y Linares Rivas no baja la guardia en cuanto a la densidad de tráfico. Más que una avenida, este es un escenario donde cada vehículo toma posiciones en la entrada en la ciudad. «Los de la derecha quieren ir a la izquierda, los de la izquierda, a la derecha», dice un taxista.

Y ninguno de los dos extremos -a la izquierda, hacia plaza de Lugo; a la derecha, a la Avenida do Porto- fluye estos días. En el caso de la segunda, el cierre del Parrote ha puesto patas arriba el sentido habitual de los atascos: este viernes a las 15.45 horas la salida hacia la plaza de Ourense era un vial despejado, en cambio, hacia el túnel la cola llegaba al edificio de Aduanas.

Para saber si estamos ante un colapso de tráfico hay dos claros síntomas. Uno, los peatones cruzan en masa entre los coches pese a tener su semáforo cerrado. Y dos, un coche da marcha atrás sobre el paso de cebra porque el atasco le ha dejado en tierra de nadie cuando su semáforo cambió de color (sí, es el nuestro). Ambas circunstancias coinciden al mediodía en la calle Teresa Herrera cruce con Betanzos. Otra pequeña trampa.

Minutos antes de las dos de la tarde, las rondas fluyen para alegría y sorpresa de los conductores. En la de Outeiro se va como un tiro, quizá para compensar los minutos parados antes en Manuel Murguía hasta el pavo real. Es posible que los responsables de TomTom (que alguien les diga que Alférez Provisional cambió de nombre) incluyan pronto este punto en el podio del tráfico herculino.

Los polígonos de Pocomaco y A Grela tampoco son para impacientes. Pasamos por el segundo y nos da tiempo de sobra a leer el cartel de la calle: Galileo Galilei. Eppur si muove («Y sin embargo se mueve), dijo el astrónomo de la Toscana. Es cierto, parece un milagro, pero el tráfico se acaba moviendo y regresamos al centro en hora punta.

 Un hombre con auriculares cruza ante nosotros en el Obelisco. Avanzamos por la rúa Nueva y giramos en San Andrés hacia la derecha. El tráfico se pone tenso. Toca armarse de paciencia. En la calle del Sol nos adelanta el hombre de los auriculares.