La joven agredida en A Coruña: «No quiero salir a la calle por miedo a encontrármelos y acabar peor»

Tamara Rivas Núñez
Tamara Rivas A CORUÑA / LA VOZ

A CORUÑA CIUDAD

Lorenzo se ha convertido, con el resto de la familia, en el gran apoyo de Ana
Lorenzo se ha convertido, con el resto de la familia, en el gran apoyo de Ana MARCOS MÍGUEZ

Ana no desea volver a cruzarse con sus agresores y espera que una orden de alejamiento le ayude a seguir con su vida

04 may 2018 . Actualizado a las 01:21 h.

Ana -no quiere dar su apellido por temor a que la identifiquen- todavía se pone nerviosa cuando habla de la agresión que sufrió el pasado 21 de abril a manos de dos menores en la coruñesa plaza de As Conchiñas y, aunque reconoce que de ánimos está «algo mejor», todavía le duelen las secuelas tanto físicas como psicológicas de una paliza que no vio venir, y con la que le fracturaron los huesos propios de la nariz y el orbital. Su familia se ha convertido en su mejor apoyo para tratar de hacer frente a una situación que, en palabras de su padre, Lorenzo, «no debería haber vivido ninguna chica de 18 años».

Pregunta. Lo primero de todo, ¿cómo está?

Ana. Estoy mejor, con dolor, pero lo voy aguantando. Por ahora no quiero salir a la calle porque tengo miedo a encontrármelos. Saben que los identifiqué, y quién sabe si puedo acabar peor. Cuando tengo que bajar de casa lo hago siempre en coche y acompañada.

P. ¿Esperó en algún momento que su negativa a darles su número de teléfono desembocase en una agresión?

«La gente está acostumbrándose a mirar hacia otro lado cuando hay una agresión»

A. Al principio ni se me pasó por la cabeza, pero cuando empezaron las amenazas y los insultos temí lo peor. Solo sentí el primer golpe, pero tal y como me dejaron, no sé cuánto tiempo estuvieron golpeándome. Se ensañaron solo conmigo.

P. ¿Nadie acudió en su ayuda?

A. Había gente en los bares de la zona y también paseando. Mi amiga empezó a pedir ayuda, pero no hacían caso. Miraban como si lo que estaba ocurriendo fuese algo normal.

Lorenzo. La gente está acostumbrándose a girar la cabeza hacia otro lado cuando se produce una agresión. Eso no es bueno para nadie.

P. Con la orden de alejamiento que se plantean solicitar, ¿cree que se sentirá más segura?

A. Necesito que paguen por lo que hicieron y no tener que volver a cruzarme con ellos. Y que sea rápido. Si me dan la orden de alejamiento, me sentiré un poco más segura.

L. Mañana [por hoy] iremos al abogado para ver cuáles son los siguientes pasos a dar, pero todavía no sabemos qué va a pasar. Aquí no se acercó ningún policía a explicarnos nada ni a decirle: «Estate tranquila, ya pasó, no te van a hacer nada».

P. Fue usted el que logró identificar a los agresores.

L. Estuve seis días, mañana, mediodía, tarde y noche, acercándome a la plaza para localizarlos. Uno de ellos se giró el día de la agresión mientras escapaban y esa cara se me quedó grabada. Cuando lo vi venir de frente, cogí el móvil y los grabé mientras hacía que hablaba por teléfono. Después llamé a la policía y reconocieron la agresión.

P. Hay que tener sangre fría para actuar así.

L. Reconozco que tener calma ante algo así es complicado, pero la procesión la llevo por dentro. Estoy retirado del Ejército y allí aprendí disciplina, educación y cómo actuar. No se puede ser vengativo porque al final el que acaba perdiendo eres tú y tu familia.

P. ¿Ha notado un repunte de violencia en la zona?

L. Desde hace tiempo. Tiene que haber más trabajo de calle de la policía para evitar que situaciones así se repitan. A esos menores conflictivos hay que educarlos ya, o sus padres o en un centro. Porque hoy fue mi hija, pero mañana puede ser cualquiera.