Huelga obrera por los horarios de 11 o 12 horas y los salarios

Por Xosé Alfeirán

A CORUÑA CIUDAD

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En 1882 los anarquistas eran mayoría en la ciudad y formaron la Federación Local Obrera anarquista

30 abr 2018 . Actualizado a las 05:00 h.

La clase obrera coruñesa volvía a agitarse. En la ciudad no había grandes instalaciones industriales, excepto la de tabacos, pero sí existían pequeñas fábricas y talleres de una amplia variedad de oficios: cerillas, gas, refinado de petróleo, vidrio, maderas, muebles, herrería, fundición, hojalatería, montaje de carruajes, conservas, salazón, alcoholes, cervezas, pastas, chocolate, harinas, velas, jabón, sombreros… Además, la necesidad de viviendas para una población creciente sostenía a un numeroso contingente de canteros, carpinteros y albañiles. Muchos tenían largas jornadas de trabajo, entre 11 y 12 horas, con veladas nocturnas, y un salario escaso.

En los inicios de la Restauración borbónica de Alfonso XII, la represión ejercida sobre el proletariado redujo la conflictividad laboral. Pero a partir de 1881 el nuevo gobierno del liberal Sagasta consintió la existencia de las sociedades obreras y republicanas. El movimiento proletario se reorganizó. Los anarquistas constituyeron ese año la Federación de Trabajadores de la Región Española (FTRE). Paralelamente los socialistas, que ya habían fundado en 1879 en la clandestinidad el PSOE, crearon en 1882 una Asociación Nacional de Trabajadores, base de la futura UGT. La mayor libertad permitió el reinicio de las acciones huelguísticas puntuales que se fueron extendiendo por España.

En A Coruña en marzo de 1882 los anarquistas, que eran mayoritarios en la ciudad, fundaron la Federación Local de Trabajadores, adherida a la FTRE, con sede en un local de la avenida de Riazor (hoy Rubine) número 32, en la fábrica de almidones. Sabemos, gracias a las investigaciones del historiador Gérard Brey, que en septiembre de ese año tenía afiliados a 298 carpinteros, 182 canteros, 36 pintores, 67 metalúrgicos, 15 constructores de carruajes, 20 zapateros, 8 tipógrafos y 40 de oficios varios. Organizados y estimulados por los éxitos en otros lugares, los obreros coruñeses volvieron a la carga en sus demandas, amparados por la Federación Local. Los primeros fueron los canteros. El 11 de julio los que trabajaban, unos 170, en la construcción de la capilla de San Andrés, financiada por Eusebio da Guarda, pararon. Consideraban escaso el salario de 10 reales que cobraban y pedían el aumento de un real. Eusebio da Guarda se negó a sus demandas y suspendió la obra. Los huelguistas fueron hasta Juana de Vega buscando el apoyo de los obreros de otras construcciones que se estaban haciendo en el Ensanche. No lo consiguieron. Derrotados, después de cuatro horas de protesta silenciosa, volvieron al trabajo. Los siguientes fueron los operarios constructores de carruajes. El 9 de octubre se declararon en huelga porque sus patronos no aceptaban la petición de suprimir la velada durante el invierno. Eran pocos, apenas una veintena, pero estaban de acuerdo y paralizaron los cuatro talleres que había. Días después los patronos fueron aceptando progresivamente sus demandas. Ganaron e iniciaron el camino de la lucha por la reducción de jornada en A Coruña. Al año siguiente serían los carpinteros.