Los 11 metros ganados al mar con el paseo hacen el Orzán más peligroso

Mila Méndez Otero
mila méndez A CORUÑA / LA VOZ

A CORUÑA CIUDAD

Imagen de la fachada martítima en el 2017
Imagen de la fachada martítima en el 2017 PACO RODRÍGUEZ

Los investigadores cuestionan los sucesivos rellenos realizados en esa fachada

06 abr 2018 . Actualizado a las 12:11 h.

La infraestructura se convirtió en un símbolo de la ciudad, pero también enfadó al bravo Atlántico cada vez más limitado y que en los últimos 12 años se cobró 14 vidas en la ensenada. En 1990 comenzó la ejecución del proyecto que rodeó a la península de un sendero marino de 13 kilómetros. «Para una circunvalación así, en mar abierto, había que tomar más precauciones», considera el geólogo de la UDC Juan Ramón Vidal Romaní. En puntos como los de la playa del Matadero el bocado que el asfalto y la arena le arañaron al océano superó los diez metros.

Aprovechando las obras también se construyó un aparcamiento a lo largo del subsuelo del paseo. Una decisión que ya fue polémica hace 25 años. «Está bajo el nivel del mar -añade el experto en geodinámica externa-, tiene un problema de evacuación de agua ante una inundación, de ahí que se levanten dunas cuando hay temporales. No se hizo una muralla de contención que proteja toda la ensenada».

Imagen de la fachada martítima en 1964
Imagen de la fachada martítima en 1964 F. BLANCO

Mientras el nivel del mar aumenta cada año a razón de 3,5 milímetros, A Coruña se ha empeñado en crecer a costa del gigante azul. «Es lo contrario a la lógica», apunta el catedrático emérito del campus coruñés.

Sin escollera

Las sucesivas regeneraciones han robado espacio al mar, pero tampoco han sido suficientes para conseguir unas playas más tranquilas. «Se necesitarían al menos tres o cuatro veces las toneladas del relleno que ya se ha hecho», calcula Vidal Romaní. «Esa arena, menos compacta, se amontona en la orilla y es arrastrada por las olas hacia tierra. Había que crear elementos de contención en aguas más profundas como una escollera. Arrecifes artificiales para que las olas rompan mar adentro», opina. 

Tendencia histórica

El parque urbano al borde del mar proyectado en la era de Francisco Vázquez no fue la primera invasión al océano. En 1945 hubo otro intento fallido. «A Coruña leva séculos realizando a mesma política de expansión», informa el historiador José Alfeirán. «A finais do século XVIII a rúa do Orzán tiña ese nome porque era a que daba á praia. No XIX vaise ocupando. Créanse terrapléns con restos de lixo e cascotes. Os fortes temporais, como o de 1910, ameazaban con levarse as edificacións de primeira liña. A praia de Riazor chegaba ata a Avenida de Rubine», recuerda Alfeirán. «Nos sesenta -prosigue- construíronse os muros do Matadero. O mar fai sempre o mesmo: quere recuperar a súa antiga liña de marea alta». La que hoy coincide con la carretera del paseo.

Los riesgos del arenal 

La ensenada del Orzán se ha convertido en uno de los puntos negros de la ciudad tras las muertes acontecidas en su orilla. Estas son algunas de las causas que explican por qué hay que tomarse en serio al arenal.

¿Está mal orientada?

La ensenada mira hacia el noroeste casi de forma directa. Aunque a muchos les recuerde a La Concha, en San Sebastián, el Orzán no se encuentra tan protegida por lo que las mareas entran con fuerza.

¿Por qué hay unas corrientes tan fuertes?

Aunque estén en un entorno urbano, las playas de Riazor y el Orzán dan al Atlántico, no están dentro de una ría tranquila. En pleamar las olas apenas tienen recorrido hasta la orilla para ir deshaciéndose y perdiendo energía. «Se lle botamos un ollo ás noticias hai cen anos, tamén nos falan de afogamentos», apunta el historiador José Alfeirán. «Dende o século XIX -analiza-, estáselle roubando terreo ao mar, isto converte en perigoso o baño aquí»

¿A qué se deben los escalones en la orilla?

Las playas de la ensenada, sobre todo la del Orzán, han perdido parte de su espacio natural. «Cuando se hizo el relleno solo se pensó en aumentar la superficie del arenal disponible para el disfrute de la gente, pero no se llevó la suficiente arena mar adentro», lamenta Vidal Romaní. «Las playas están hechas para disipar la energía de las olas. Si suprimes esa rampa, al oleaje le sucede como a un coche, se estrella contra una muralla. Aquí lo hace contra la orilla. Es más virulento cuando se deshace. La fuerza de retorno o arrastre es mayor», explica el profesor de la UDC. A esto hay que añadir que la arena del relleno es fina y los pies se entierran con facilidad, lo que dificulta la marcha atrás una vez envuelto por las olas.