Ana Martínez: «Cuando llegué, lloraba todos los días»

Loreto Silvoso
LORETO SILVOSO A CORUÑA / LA VOZ

A CORUÑA CIUDAD

EDUARDO PEREZ

La sanitaria de la Unidad de Mama del Modelo entiende como nadie a las pacientes

26 mar 2018 . Actualizado a las 10:25 h.

Hay abrazos en la vida que nunca se olvidan. Como el que te da Ana Martínez (Barcelona, 1977), la oncocare de la Unidad de Mama del hospital HM Modelo, cuando más lo necesitas. Esta auxiliar de enfermería acompaña a las pacientes en el quirófano, en las curas y en las revisiones; les organiza citas y pruebas y se involucra al máximo durante todo el proceso.

-Sobre sus hombros han llorado mucho, me temo.

-Mucho. Cuando llegué a la Unidad, hasta lloraba yo con ellas. Lloraba todos los días.

-¿Cuántos de esos desvelos se lleva usted para casa?

-Las buenas noticias las transmito enseguida: «¡Qué bien! Al final, lo de esta paciente no era nada». Las malas, me las callo más.

-¿Es duro?

-Sí. Cuando empecé, hace tres años, estuve a punto de dejarlo. Lo reconozco. Casi me vuelvo para la UCI. Me costó adaptarme, pero ahora adoro este trabajo.

-¿Se crea un vínculo muy fuerte con las pacientes?

-Así es. Con las pacientes y con sus familias. Algunas, incluso, me piden que vaya a verlas en vacaciones, si estoy cerca. Otras, me conocen tanto que, nada más llegar a la consulta, ya saben por mi cara si les vamos a dar una mala o una buena noticia. Tengo tarjetas de ellas con cosas preciosas que me han escrito. Encima de lo que están pasando, fíjese, te valoran, te lo dicen y te lo agradecen. Las pacientes acaban formando parte de mi vida. Desde luego, son mucho más que pacientes para mí.

-¿Aprende de ellas?

-¡Me dan lecciones de vida!

-¿Qué pasa por la mente de las pacientes en ese momento?

-Al principio, hay un bloqueo. Se quedan en shock.

-Es que hay noticias muy difíciles de asimilar.

-Sobre todo las que no te esperas. «Si yo hago mis revisiones, si no tengo antecedentes… ¿Por qué a mí?», se preguntan.

-¿Cuál es la frase que más consuela en esos momentos?

-Esta: «Vale, sí. Es una mala noticia. Pero hay solución, le puedes poner remedio y aquí te vamos a ayudar». Por suerte, la mayoría de los casos de cáncer de mama acaban bien.

-Pero usted va más allá. Las acompaña en el quirófano, está con ellas hasta que se duermen...

-Trato de involucrarme al máximo. En primer lugar, intento tranquilizarlas y ponerles las cosas fáciles. Les pido todas las pruebas, las citas y les pongo todos los pasos del proceso por escrito para que, al menos, se quiten ese peso de encima.

-Tras un diagnóstico de cáncer de mama, sientes que se te cae el mundo encima.

-Por eso quiero que se sientan arropadas. Cuando salen de la consulta, ya les veo en su cara si necesitan un abrazo, un beso.

-Ahí se convierte usted en almohada sobre la que llorar.

-A mí me van a tener para lo que necesiten. Les pido que me llamen a cualquier hora con cualquier duda que puedan tener.

-Debido a su cercanía, se genera una relación de confianza.

-Quizás por eso me preguntan cosas que no se atreven a plantearle al oncólogo.

-¿Qué le preguntan?

-Pues, por ejemplo, si se pueden teñir el pelo cuando les vuelve a salir o si pueden tomar el sol o pintar las uñas. Hay cantidad de temas que, a priori, pueden no parecer importantes, pero lo son. Y mucho. O temas relacionados con la sexualidad.

-De ello se habló, precisamente en el último Senoforum, que organiza Julia Rodríguez, la coordinadora de la Unidad de Mama del Modelo y cirujana.

-Sí, fue un éxito de público. La doctora Rodríguez es la primera que trata con muchísima delicadeza y cercanía a las pacientes dentro de la consulta. Ella es maravillosa. Pero, a veces, salen de su consulta y se desahogan o me preguntan temas como dónde les aconsejamos empezar a mirarse una peluca, a qué nutricionista o psicólogo pueden acudir, u otras cosas como dónde se consiguen las plantillas de las cejas o si pueden llevar el bolso del lado de la intervención, por ejemplo.

Más coruñesa que catalana: Unidad de Mama:

Más coruñesa que catalana: Ana Martínez nació en Barcelona en 1977, aunque vive en A Coruña desde los 14. Tiene una hija de 15 años.

Unidad de Mama: Es auxiliar de enfermería y lleva tres años como oncocare, la figura que acompaña a las pacientes. Antes estuvo en la UCI del hospital Modelo.

«Ya saben si es una buena o mala noticia por cómo las saludo al llegar»

En la Unidad de Mama del hospital HM Modelo se empeñan a diario en que, tras un diagnóstico de cáncer, todo el proceso gire en torno a la paciente y no al contrario. De este modo, le evitan a la mujer afectada que sea ella la que tenga que ir de un lado a otro del centro hospitalario pidiendo citas, haciendo pruebas u organizando tratamientos de radio o quimioterapia. Ana Martínez García es la auxiliar de enfermería que acompaña a las pacientes durante todo el proceso y es, también, la cara amiga que siempre está cuando más lo necesitas.

-Inevitablemente, su trabajo tiene mucho de psicólogo…

-Muchísimo. No tengo el título, pero creo que tendría que sacármelo [Risas].

-Su forma de ser también ayuda.

-Esto es duro, pero muy bonito.

Me encanta el trato con las personas. Algunas de mis pacientes ya saben si les vamos a dar una buena o mala noticia por cómo las saludo al llegar. [Risas]

-¡La tienen calada! ¿Cuál es el momento más duro del proceso?

-Cuando le dices a la paciente que tiene que tratarse con quimioterapia. La mayoría de las pacientes le tienen pánico.

-¿Será también porque les obliga a socializar la dolencia?

-Así es, ya que supone una caída del pelo, de las pestañas, de las cejas y un tener que decírselo a sus familiares y amigos. Porque te lo van a notar, claro.

-Ay, las madres de esas pacientes, lo que sufren... Casi más que las hijas.

-Por eso algunas prefieren no contárselo a sus madres.

-Para evitarles todo ese sufrimiento.

-Exacto. Y es muy duro para las que tienen niños pequeños, porque lo primero en lo que piensan es en ellos. «Tengo que tirar por mis hijos», me dicen, claro.