Multas alevosas en la Marina

Alfonso Andrade Lago
Alfonso Andrade CRÓNICAS CORUÑESAS

A CORUÑA CIUDAD

CESAR QUIAN

24 mar 2018 . Actualizado a las 05:00 h.

La idea de peatonalizar una zona céntrica como la Marina limitando el acceso de vehículos para proteger al transeúnte tiene ya sus años. Y cuando digo que tiene sus años me refiero al 45 antes de Cristo, que fue cuando en tiempos de Julio César se promulgó en Roma la Lex Iulia Municipalis, que prohibía que los carros de los mercaderes entrasen de día hasta el centro, que tenía unos colapsos de tráfico galopantes. Los romanos hacían la vista gorda con carretas que portasen materiales para construir templos; nosotros autorizamos a buses y taxis.

También vienen de lejos las multas y sanciones de tráfico, incluso las alevosas. La primera de la que hay constancia aparece en un papiro egipcio que habla de un carretero ebrio que fue linchado de un modo bastante sanguinario delante de la taberna donde se cogió la cogorza. Y aunque la historia de la humanidad ha ido moderando los castigos de las multas, nada ha logrado por ahora erradicar la desmesura. La última conocida en A Coruña, que ha sido desvelada esta semana por Eduardo Eiroa en La Voz de Galicia, es la de una pareja mayor de Riego de Agua con problemas de movilidad. A pesar de tener tarjeta de residentes y, por tanto, autorización para conducir por la zona peatonal de la Marina, han recibido 21 multas por atravesarla debido a errores de una de las cámaras. Aun sabiendo que esas sanciones son injustas, estos coruñeses desembolsaron 1.050 euros para beneficiarse del descuento por pagar pronto, pero ahora les cuentan que la normativa de tráfico dice que, con ello, han aceptado la sanción, por lo que no ha lugar al recurso que presentaron después.

Parece que, en efecto, la ley dice eso, pero es una justificación insuficiente para este atropello al sentido común, fruto de un error técnico y administrativo. Con semanas de retraso les llegaron las multas por correo a estos señores. En el primer envío iban 11 acumuladas, de manera que ni siquiera les dieron la opción de solucionar el problema desde el principio. Absurdo e injusto.

En nueve meses de funcionamiento, las cámaras han impuesto más de 34.000 sanciones, la mitad de las que ha tramitado toda la Policía Local. Y esta maquinaria recaudatoria no ha logrado en absoluto el objetivo buscado en la Marina: evitar la entrada de conductores que llegan despistados, para proteger del tráfico a los usuarios, que ven cómo cada día acceden al lugar 150 coches sin permiso. El planteamiento no puede ser peor. ¿O sí? El Ayuntamiento prepara ahora la peatonalización de la Ciudad Vieja, y es posible que el acceso se regule también con cámaras. Ya no corren tiempos de soluciones a la egipcia, pero ya pueden ir ahorrando los residentes.