La desigualdad en la universidad reduce a las mujeres al 37 % de la plantilla de profesores

montse carneiro A CORUÑA / LA VOZ

A CORUÑA CIUDAD

En colegios e institutos la docencia femenina supera el 70 %

30 abr 2018 . Actualizado a las 21:51 h.

Educar y curar. No hay aspiración que compartan más mujeres en un aula universitaria de A Coruña que ser educadoras, logopedas o especialistas sanitarias. La feminización de estos estudios domina el 80 % de la matrícula y en Enfermería resulta aún más palmaria con solo 15 hombres por cada cien estudiantes. Del otro lado está Informática. En la reputada facultad de Elviña, donde tiene el despacho la coordinadora del grupo de investigación en Inteligencia Artificial, presidenta de la asociación española y una de las 20 catedráticas -por 113 catedráticos- de la Universidad da Coruña, Amparo Alonso, las 149 mujeres matriculadas el curso pasado apenas representaban el 13 % del total.

A 400 metros de Informática se encuentra la facultad de Ciencias da Educación. Allí, 1.420 chicas, el grupo más numeroso de la UDC, y 339 chicos se preparan para renovar el sistema educativo gallego, enormemente feminizado (como es lógico), con siete mujeres de cada diez profesores en enseñanza no universitaria. El dato, recogido en el último balance del Observatorio Municipal de Igualdade e Diversidade, comprende todas las escuelas, colegios e institutos públicos y privados de la ciudad, y recoge un sesgo femenino ligeramente mayor en los centros públicos, donde las mujeres suponen el 71 % de los docentes.

La cifra se invierte

El mismo informe muestra la composición por sexos del profesorado de la UDC. Y aquí salta la alarma. La preponderancia femenina en Primaria, Secundaria, Bachillerato y FP se invierte en la universidad, de tal manera que si en aquellas etapas eran el 70 % aquí las plazas ocupadas por mujeres son el 38 %.

¿Por qué se produce ese vuelco? Las causas tienen que ver con el proceso de selección del personal docente e investigador (PDI) y el propio nivel de exigencia de la carrera profesional. Ana Jesús López, directora de la infradotada Oficina de Igualdade de Xénero (OIX) de la universidad coruñesa -«necesitamos persoal»-, recurre a la metáfora de la tubería que gotea [leaking pipe] para explicar la desigualdad y el rastro de las mujeres que se van perdiendo en el camino. «Aquí non hai oposición, non hai unha proba obxectiva examinada por un tribunal que decide se o aspirante pasa ou non pasa. O acceso aquí faise a través de concursos de méritos que efectivamente préstanse máis ao que se chama discrecionalidade técnica do tribunal e nos que as redes formais e informais certamente funcionan», explica la investigadora y profesora de Ingeniería en el campus de Ferrol.

También funcionan los estereotipos. La neurocientífica Mónica Folgueira alude al síndrome conocido como John-Jennifer descrito en varios artículos científicos (en Yale presumen de ser los primeros), que prueban cómo un mismo currículo se califica con una nota mucho más baja cuando lo firma una mujer.

El mérito de tener méritos

Con todo eso, las fugas de la tubería no paran ahí. «Aquí no entramos por examen -explica Folgueira-, es más exigente. Tenemos que demostrar méritos, una carrera de investigación, publicaciones, estancias en el extranjero...». Para conseguir una plaza en la universidad no hay temario que valga. «O que máis se valora é a investigación, non a docencia. E ti aportas o que tes feito, así que canto máis teñas, mellor. Se traballas doce horas vas ter máis papers [artículos científicos] ca se fas cinco, e se traballas o fin de semana, mellor», resume Ana Jesús López. Precarizada, sin horarios, subordinada a las becas, las salidas al extranjero y los contratos de dos años y vuelta a empezar, la investigación es una carrera de fondo que abandonan más mujeres que hombres, porque ellas asumen el cuidado de las familias y porque «os anos de maior produtividade acaban coincidindo cos da maternidade, aínda que a retrasemos». La desigualdad es tal que existen iniciativas en change.org para que las evaluaciones tengan en cuenta los períodos de baja maternal. «Aún estamos así», lamenta Folgueira. Quién y en qué condiciones llega al concurso de méritos no es difícil deducirlo.