Porque siguen sobrando razones

La Voz A CORUÑA / LA VOZ

A CORUÑA CIUDAD

Miles de personas se sumaron a las protestas del Día de la Mujer para reclamar, simplemente, justicia

09 mar 2018 . Actualizado a las 19:12 h.

Corría el viento y el Día de la Mujer extendió por las calles de la ciudad un aire de reivindicación compartida, con mensajes tan conocidos en la teoría como a menudo obviados en la práctica. «Parece que no todo está perdido», valoraba una agente tras un 8M que se cerró como una jornada de las más multitudinarias en el histórico de protestas de A Coruña. Más de 35.000 personas, según la policía, llegaron a coincidir en el convencimiento de que, pese a quien le pese, calladas no están más guapas y de que ya está bien.

La fecha sirvió de altavoz de un canto-grito por una sociedad que también sea justa para la mitad (larga) de quienes le dan algo más que forma. «Vengo porque ya nos va tocando, las cosas tienen que cambiar de una vez por todas», comentaba Marisa Álvarez, de 68 años, a los pies de un Obelisco que media hora antes de la hora prevista ya hervía de expectativas. Pasadas las 19.20 y cuando todavía no dejaba de acercarse gente, pudo salir la manifestación del Cantón que, dado el número de personas y para evitar colapsos, se bifurcó hasta cubrir con un manto de feminismo la calle Real y la avenida de la Marina al completo.

Doble marcha

Convocada por un abanico de entidades y amadrinada por uno de los estandartes coruñeses del activismo, la Pardo Bazán, cuando alcanzó su destino en la Ciudad Vieja, al lado de donde vivió otra pionera en la denuncia, Rosalía de Castro, una muchedumbre aún llenaba la plaza de María Pita. «Queremos emprego, traballo xa temos», «Aquí está, xa se ve, o feminismo coruñés», acompañaron una marcha en la que el ingenio cubrió cabezas, teñidas de morado o con ropajes alusivos, y se expresó en un rosario de pancartas llenas de intención: «No soy casera, soy revoltosa», «Nos quitaron tanto que nos dejaron sin miedo», «De camino a casa quiero ser libre, no valiente» o «No soy princesa, soy guerrera» fueron algunas de las lapidarias frases que se pudieron leer a lo largo de la manifestación, coreada por llamadas a la igualdad, en contra de la discriminación machista y los múltiples rostros de la violencia sexista. Curiosa o paradójicamente, finalizó la marcha en la plaza de la Constitución para recordar lo que, en definitiva, no es más que un derecho recogido en la propia Carta Magna. Todos somos iguales. O deberíamos.

Parte de la protesta, rezagada por una cuestión de espacio, llegó a coincidir con la que había salido a las 19.30 horas de la plaza de Pontevedra, convocada por Galegas 8M y cuyo recorrido repitió una banda sonora de reivindicaciones cansadas de quedar a la cola de otros intereses. La desigualdad salarial, los techos de cristal, la cosificación, la lacra de los asesinatos... circularon entre antorchas hasta el Campo da Leña, a donde también se acercaron muchos de los que quisieron hacer doble protesta acudiendo a ambas manifestaciones.

Fueron 35.000 razones, las de ellas, y las de los muchos padres, hijos y parejas que las acompañaron, las que ayer tomaron A Coruña contra la injusticia de la desigualdad. Por las mujeres de hoy, también por las de mañana, por las de aquí y las de los muchos lugares donde nacer mujer condena a una vida peor.

«Arturo, ¿imos entón facernos bos?», se escuchó bromear a uno de ellos ya de retirada. Que así sea.