Jardín de San Carlos: lo único que está en buen estado son los baños

alberto mahía A CORUÑA / LA VOZ

A CORUÑA CIUDAD

CESAR QUIAN

La asociación The Royal Green Jackets denuncia la mala conservación de uno de los baluartes de la ciudad

07 mar 2018 . Actualizado a las 05:00 h.

Cuando la Asociación Histórica y Cultural The Royal Green Jackets rememoró a mediados de enero la batalla de Elviña, su presidente, Manuel Arenas, tuvo que sujetar con la mano la puerta de hierro del jardín de San Carlos para que no se le cayera encima a nadie. Una de las hojas anda coja de bisagras y ahí continúa. En el alambre. Como el resto del jardín, también cojo, pero de cuidados. Según Arenas, a San Carlos no le hicieron un repaso desde que Francisco Vázquez celebró allí su nombramiento como caballero de la Orden del Imperio Británico, hace 15 años.

Cuentan que la Fortaleza Vieja o baluarte de San Carlos fue construida en el siglo XIV y convertida en jardín en el XVIII. En la puerta de entrada al recinto se conserva en piedra, aunque en un estado deplorable, el escudo de armas del marqués de Croix, el cual fue capitán general de Galicia.

En medio del jardín se encuentra la tumba del general inglés John Moore, muerto en Elviña. Un héroe para los británicos, que de pequeños aprenden a situar a A Coruña en el mapa y de mayores la visitan. La Historia dice que las autoridades coruñesas de entonces pidieron a la monarquía inglesa que aportase 2.000 libras esterlinas para hacer un cenotafio como Dios manda. Hace unos meses, una de las piedras se vino abajo y dicen que fue un jardinero el que la volvió a poner en su sitio. Pero volverá a caer «si no se ordena una actuación no solo en la tumba, también en el resto de la floresta», donde abunda la mala hierba y escasea el abono. Y eso que el Ayuntamiento coruñés firmó un convenio con el consulado británico en el que se comprometía a mantener el recinto en perfecto estado de conservación. Para ello, hace años se dispuso que un jardinero atendiese en exclusiva todos los días el baluarte. Tanto es así, que la Asociación Histórica y Cultural The Royal Green Jackets rindió en el 2005 un homenaje a dos de ellos por lo bonito que tenían un jardín con varias especies de árboles tanto autóctonos como exóticos, del que destacan dos gigantescos olmos centenarios. También se levanta sano, pese a la edad, el roble de John Moore. No corrieron la misma suerte los dragos de Canarias, que llegaron a ser tres.

En cuanto a las placas homenaje a los 172 oficiales y hombres de la Armada Real Inglesa que murieron en el naufragio del buque Serpent cerca de Cabo Vilán el 10 de noviembre de 1890, las hay en buen estado y otras llenas de pintadas. Como el mirador, que es mejor no mirarlo. Ya no por los grafitis, sino por la suciedad que tienen las cristaleras, que llevan años sin ver el Cristasol.

Las vallas de hierro que cercan los pequeños jardines tienen óxido y da miedo bajar a los baños públicos que se encuentran al entrar a la derecha. Tan cierto como que ya dentro uno se lleva la sorpresa de que lo que mejor está en los jardines de San Carlos son los aseos públicos. Están limpios, modernos y sin apenas pintadas.