El Silicon Valley del agro gallego

Toni Silva ABEGONDO / LA VOZ

A CORUÑA CIUDAD

La cámara de germoplasma del Centro de Investigacións Agrarias de Mabegondo guarda 4.500 variedades distintas
La cámara de germoplasma del Centro de Investigacións Agrarias de Mabegondo guarda 4.500 variedades distintas ANGEL MANSO

En laboratorios, granjas digitalizadas o invernaderos de última generación un equipo de investigadores desarrollan métodos y variedades que luego trasladan a la vida real

01 mar 2018 . Actualizado a las 05:00 h.

Una vaca asoma la cabeza para dar un bocado al cubo de forraje. Es un gesto que pasa todos los días en miles de granjas de Galicia. Pero aquí, en Mabegondo, el movimiento no pasa inadvertido. El collar de la vaca activa un dispositivo en el borde de la reja. El gran cubo tiene una báscula. Así, en cada gesto de comida, uno de los investigadores recibe al momento en su ordenador qué vaca está comiendo, cuánto ingiere en cada bocado y con qué frecuencia engulle. Así se trabaja en el Centro de Investigacións Agrarias (CIAM), una institución que acumula más de cien años -su germen es la Granxa Experimental de Monelos (A Coruña) en 1888- estudiando y mejorando los recursos del agro de Galicia.

En esta finca de 312 hectáreas, habilitada en los años setenta y que depende de la Consellería de Medio Rural, se desarrollan actividades muy diversas para interferir posteriormente de forma positiva en el modus operandi de los agricultores, ganaderos y productores de Galicia.

Una de las referencias a nivel internacional se encuentran en su banco de germoplasma, donde se acumulan 4.500 registros de variedades autóctonas, 700 de ellas solo de maíz. «La gran mayoría son propias de Galicia, pero también tenemos de otras comunidades del norte de España», explica Jesús Moreno, quien ha impulsado este banco como jefe del departamento de Coordinación e Desenvolvemento Tecnolóxico. El maíz se conserva en una cámara entre 0 y 3 grados. «Sin este banco, muchas variedades ya se habrían perdido», destaca una investigadora. «Estudiamos las virtudes de las variedades autóctonas antes de realizar los programas de mejoría genética con cruces de dos líneas puras -explica el director del CIAM, Manuel López-; y así se van desarrollando variantes que son más resistentes a las sequías o a las plagas».

Cambiamos de pasillo y llegamos al laboratorio en el que trabaja Thierry Dagnac, quien investiga las microtoxinas en los alimentos. Desde hace meses cuenta con un espectrómetro de masas. «Permite analizar sustancias que incluso no te pensabas encontrar, abre el abanico de elementos que amenazan la seguridad alimentaria», explica.

Mientras tanto, en otro departamento, Marta González cuida de la alimentación de varios caracoles. Más que el molusco, lo que interesa es la enfermedad que puede transmitir al ganado, especialmente la fasciola hepática. «Los miracidios contagian a los caracoles y estos generan un quiste que dejan en la hierba con el consiguiente riesgo para el ganado», explica la investigadora, quien también estudia los protozoos responsables de los abortos en el ganado vacuno.

De la mano del director, Manuel López, desembocamos en el despacho de César Resch, ese técnico a cuyo ordenador llegan los movimientos ya citados de la granja de vacas. Él es el responsable del estudio de la comida del ganado, desmenuza la dieta y observa la evolución de cada res. Asegura que en Galicia se juega con ventaja. «Porque aquí xeralmente cada produtor de leite é tamén o seu propio produtor de forraxe». Su equipo acaba de incorporarse a un proyecto europeo con otras regiones del arco atlántico.

El CIAM es poliédrico. Afronta las mejoras en el agro gallego desde mil frentes. Como los filtros verdes de depuración de aguas, los invernaderos de última generación,... sin escaparse ningún detalle:

-¿Y esos buzones?

-Nichos de murciélagos. Comen tantos insectos que reducen las enfermedades.