Contagia su intensidad y optimismo antes del duelo de esta noche contra el Cáceres en el Palacio de los Deportes
02 mar 2018 . Actualizado a las 05:00 h.Coruñés de Hoffman, Zach Monaghan planta el espíritu del baloncesto callejero de Chicago en el parqué del Palacio de los Deportes de Riazor. El base del Leyma, nacido en 1992, es uno de los factores desequilibrantes del equipo naranja. Cuatro meses después de su regreso a A Coruña, hace balance para La Voz de Galicia. Hoy se enfrentará al Cáceres a partir de las nueve de la noche.
- El tiempo vuela.
- Está yendo rápido esta mi segunda etapa en el Leyma, es cierto. Y eso que no necesité nada para adaptarme. La Liga es un frenesí.
- ¿Cómo se encuentra usted?
- Entusiasmado de estar de vuelta en A Coruña, no me canso de repetirlo. Es de las mejores ciudades del mundo. Feliz de volver a jugar con el Leyma.
- ¿Pensaba que iba a ser así?
- En el deporte nunca sabes cómo te van a ir las cosas, ni aunque ya conozcas el lugar, como me pasó a mí. Por eso, yo vine sin ideas preconcebidas, con la mente abierta, pero todo progresa adecuadamente.
- ¿Ha cambiado la LEB Oro mucho esta temporada?
- Cada semana resulta muy complicado ganar. Si lo consigues, casi no hay tiempo de celebrar, porque hay que ponerse a trabajar. Pero es igual de difícil que antes. Todo está muy igualado, y un par de derrotas y victorias lo cambian todo.
- ¿Cómo ve el futuro inmediato del equipo?
- Pues llegados a este punto, luchando por una plaza en el play off. Ese debe ser uno de los objetivos primordiales, pero como siempre en este club. Todo puede pasar, pero creo que podemos.
- ¿Hay muchas cosas por mejorar para ello?
- Siempre hay cosas por mejorar. Además, surgen imprevistos como lesiones, pero hay que convivir con ello.
- En ocasiones, usted de pronto irrumpe en el partido y cambia todo el escenario. ¿Es una cuestión de motivación?
- También puede ser, pero honestamente, no sé de qué dependen esos momentos en los que me enchufo al partido. A veces las cosas salen, suceden, y ya está.
- ¿Cree que en esos momentos intensos, contagia al equipo para lograr esas remontadas?
- Es que una de las cosas maravillosas del baloncesto es el equipo. Si tus compañeros creen en ti y tú en ellos, entonces pasan estas cosas. No es que me sigan, es que nos sucede a todos a la vez. Yo tengo más contacto con la pelota y, por tanto, más posibilidades de protagonizar esos momentos o de meter más puntos, pero esto no es «yo, yo, yo...». En realidad es un «nosotros».
- El entrenador, Gustavo Aranzana, a veces le envía algún mensaje para que se meta usted antes en los partidos. ¿Qué opina?
- Je, je, yo también lo sé. No me parece mal. Ser más constante es otro de mis objetivos personales.
- El día que viajó desde Chicago directamente a Valladolid para jugar quedó patente su compromiso con el equipo.
- Es que amo jugar al baloncesto, y quería ayudar. Me da igual si tengo que ir directamente del avión a la cancha, la verdad. Además, Charly Uzal me había pasado el análisis del equipo rival y era perfecto. Así es todo mucho más fácil, porque todos ayudan. Si todos querían que estuviese, lo menos que podía hacer era eso.
- Esta temporada también está teniendo acierto con los triples de larguísima distancia.
- Pues sí, je, je, siempre se me han dado bien. La verdad es que en verano los ensayo bastante en Chicago con los amigos y también lo refuerzo con el gimnasio, porque hace falta, así que cuando tengo oportunidad lo pongo en práctica en el partido.
- O sea, que de pronto se traslada a sus calles de Chicago con sus amigos y se marca un triple de esos.
- Exacto, ja, ja, puede ser que sea ese el mecanismo.
- ¿Le satisface la cuota de diversión este tipo de gestos?
- También. Esas pequeñas cosas hacen que el deporte profesional sea más divertido, para ti y para el público. Cuando trabajas debes ser muy serio, tomarte esto muy en serio, pero también hay que saber disfrutarlo, para no decaer mentalmente. Me gusta jugar al baloncesto, me gusta mucho esta bella ciudad y tengo a mi novia y amigos. Lo haré lo mejor que pueda.