A Coruña y el amor, en el primer libro de García Lorca

PEDRO FEAL VIEIRA

A CORUÑA CIUDAD

Una romanza de «Impresiones y paisajes», publicado hace cien años, se inspiró en la ciudad

30 ene 2018 . Actualizado a las 05:00 h.

A principios de abril de 1918, hará pues pronto cien años justos, Federico García Lorca publica en Granada su primer libro, Impresiones y paisajes, cuya edición fue costeada por su propio padre, el terrateniente Federico García Rodríguez, tras consultar sobre su valor literario a varias personas cualificadas de la ciudad, según acredita Ian Gibson (Vida, pasión y muerte de F. García Lorca, pág. 124).

 Esta obra enteramente en prosa, que antes pensó denominar Caminatas románticas por la vieja España, está basada en el viaje de estudios promovido por su profesor de la Universidad de Granada, Martín Domínguez Berrueta, realizado entre el 15 de octubre y el 8 de noviembre de 1916, en el que visitaron Madrid, El Escorial, Ávila, Medina del Campo, Salamanca (donde estuvieron en casa de Unamuno), Zamora, Santiago de Compostela, A Coruña, León, Burgos y Segovia.

Primer viaje a Galicia

Fue entonces cuando Lorca visitó por primera vez Galicia, pero la mayor parte de las descripciones que hizo de nuestra tierra y las emociones que le suscitó se quedaron en las notas de viaje que no llegaron a publicarse en el libro. En este solo figura una mención expresa en el capítulo titulado Un hospicio de Galicia, en el que el poeta se rebela contra la situación de los niños en la institución santiaguesa que visitó. Pero yo mismo hice notar hace años desde las páginas de La Voz de Galicia (en 1998, con ocasión del centenario del nacimiento de Lorca) que el capítulo inmediatamente siguiente, titulado Romanza de Mendelssohn, se inspira, sin mencionarla, en su experiencia en la ciudad coruñesa durante su breve estancia en ella, tal como está recogida en dichas notas de viaje. Dice en estas:«Ya estamos en Coruña. La ciudad es lindísima... En el puerto, las barquillas agrupadas se besan unas a otras a impulsos del agua, tan pastosa que parece jarabe… En la casa del comandante se oye un piano. Sus notas llegan a mí confusas… me acerco ansioso. Es un aire popular…». Y un poco después: «Caminamos a la torre de Hércules. Es cuadrada, altísima, está desafiando al mar. Este enfurecido la salpica de espuma fuertemente. El aire me arrulla…».

 Esas notas no fueron publicadas más que póstumamente y de forma independiente del primer libro de Lorca. Pero en este, escribe: «Romanza de Mendelssohn. Quieto está el puerto. Sobre la miel azul del mar las barcas cabecean soñolientas. A lo lejos se ven las torres de la ciudad y las pendientes rocosas del monte (…) De un piano lejano llegó la romanza sin palabras… Romanza maravillosa llena del espíritu romántico del 1830(…) Llegaba sobre el puerto la música envolviéndolo todo en una fascinación de sonido sentimental. Las olas encajonadas caían lamiendo voluptuosamente las gradas del embarcadero… Seguía el piano la romanza cuando se hizo de noche. Sobre las aguas verdes y plomizas pasó una barca blanca como un fantasma al compás lento de los remos».

 Que este texto, aunque sin nombrarla, alude tácitamente a A Coruña es indudable por dos razones principales: una, que en ese viaje, y en el conjunto de todos los que realizó con su profesor y sus compañeros entre 1916 y 1917, es decir, con anterioridad a la publicación de Impresiones y paisajes, solo visitó una ciudad con mar y con puerto: la nuestra. Y la segunda, que fue precisamente aquí, según las notas de viaje transcritas, donde escuchó sonar un piano cuya música le subyugó tanto como para «acercarse ansioso» a escucharla; y cuyas notas procedían «de la casa del comandante», posiblemente del edificio de Capitanía, ya que un compañero de estudios y también literato, Luis Mariscal, en su propio relato de la misma excursión cuenta, con más detalle, que aquel día visitaron la iglesia de Santiago en la Ciudad Vieja y después se fueron dando, escribe, «un paseo delicioso sobre el mar» hasta la torre de Hércules (lo que coincide con lo apuntado por Lorca en sus notas), por lo que resulta probable que el punto exacto donde se produjo la audición pianística fuera entre la dársena pesquera y la antigua playa del Parrote. La inspiración coruñesa de este lírico pasaje lorquiano está, pues, fuera de toda duda.

«Romanza sin palabras»

Pero hay algo más, y es que para Federico, en esa época de su juventud, el tema de la romanza musical tenía un valor sentimental sobresaliente: él mismo compuso un poema, titulado Romanza sin palabras (como en el texto arriba transcrito), justo antes de la publicación de su primer libro, el día 31 de marzo de 1918. Se trata de un sentido poema amoroso, o más bien de desamor, en el que se lamenta de la pérdida de su amada. Pero como indica Gibson no es el único de esa temporada poética de Lorca en el que asocia música (sobre todo, de piano) y tristeza por el amor perdido. Dice el hispanista irlandés: «Va siendo evidente que el instrumento (el piano) se asocia habitualmente con la amada» (o.c., p. 97). Cuál pudiera ser esta ya no es tan claro, pero sí que es probable que tuviera relación con la música.

 Llama la atención que María del Reposo Urquía, («con quien luego se carteará románticamente», dice Gibson) interpretó una romanza sin palabras -puede que de Mendelssohn- en una velada celebrada en el Casino de Baeza, adonde Federico García Lorca había acudido de nuevo con Berrueta en la primavera del año 1917, y en la que, entre otros, participó Antonio Machado, a la sazón profesor en el instituto local del que era director el padre de la joven pianista.

 El erudito granadino Antonio Gallego Morel, quien habló personalmente con María del Reposo muchos años después, se pregunta si esta tocó esa pieza precisamente «a petición de Lorca, que ya la había oído durante su viaje a Galicia el año anterior y que sugiere una breve pincelada para su libro Impresiones y paisajes (Gallego Morel, El renacimiento cultural de la Granada contemporánea, Granada, 1989, pág. 70).

 Este comentario realizado a partir del testimonio directo de una íntima amiga de Lorca (que, por increíble que ahora nos parezca, dada la identificación que solemos hacer de este con el mundo homosexual, pudo haber sido uno de sus primeros amores), confirma la hipótesis del vínculo del texto publicado en Impresiones y paisajes con nuestra ciudad y su puerto; pero además, le dota de un valor añadido, al quedar para siempre enlazados en ese breve pero hermoso pasaje lorquiano el recuerdo de A Coruña y el de un amor mediado por la música, aunque tal vez desesperado.

Pedro Feal Vieira es exprofesor del Instituto de Monelos.