Los destrozos en los pisos okupados de Novo Mesoiro suman más de 50.000 euros

a. mahía A CORUÑA / LA VOZ

A CORUÑA CIUDAD

ANGEL MANSO

La Xunta reformará ocho de las viviendas que fueron desalojadas, para adjudicarlas a otras tantas familias

20 dic 2017 . Actualizado a las 05:00 h.

Algunos de los pisos de promoción pública que fueron okupados ilegalmente y que construyó la Xunta en Novo Mesoiro, principalmente en los bloques 15, 17, 19 y 21 de la calle Ribeira Sacra, tienen hoy un aspecto más que lamentable. A unos les falta la caldera, otros están llenos de pintadas, el parqué levantado, cocinas reventadas... Los okupas se fueron, los destrozos se quedaron. Esos daños causados ascienden a 54.000 euros, dinero que invertirá el Instituto Galego de Vivenda e Solo (IGVS) para rehabilitarlos y entregarlos a nuevas familias. Por el momento, serán ocho las viviendas a reformar.

El delegado territorial de la Xunta en A Coruña, Ovidio Rodeiro, visitó ayer uno de los inmuebles que serán reformados y anunció que los trabajos estarán listos ya en febrero, por lo que las familias a las que ya se le adjudicaron podrán residir en ellos pocas semanas después.

Rodeiro explicó que las obras consistirán principalmente en la retirada de escombros de los pisos, reposición de tarima flotante, instalación de nuevas calderas, así como accesorios de los baños y las cocinas, arreglo de puertas, pintado y revisión de la instalación eléctrica.

Durante años, los residentes en esos edificios sufrieron un constante goteo de robos, incendios y actos vandálicos, provocados por varios grupos de residentes irregulares, algunos procedentes de Penamoa, que asaltaron apartamentos destinados en origen a personas con derecho a una vivienda de protección oficial.

Los incidentes se sucedieron desde el 2013, incluyendo incendios en los trasteros, la aparición de coches desmontados parcialmente en los garajes, donde también se quemaron otros tres turismos, la sustracción de 22 radiadores en apartamentos vacíos o 160 metros de cable de los sistemas de bombeo, entre otros.

A principios del año pasado, tras una nueva oleada de problemas, la Xunta decidió tomar medidas para expulsar a los okupas. Puso en marcha los expedientes, siempre complejos en el caso de un desalojo, para recuperar los apartamentos que continuaban okupados.

El alcalde no descarta la vía legal si el diálogo no llega para desalojar la Comandancia

El alcalde, Xulio Ferreiro, espera que a la reunión a la que están convocadas mañana las entidades juveniles de la ciudad para hablar sobre el proyecto para la Comandancia, acudan los okupas que llevan un año en ese inmueble, cedido por Defensa al Ayuntamiento en el 2013 y para el que está prevista una inversión de 1,3 millones de euros.

Ferreiro espera que acudan a la cita y entiende, dice, lo que los okupas han montado allí: «Hai xente que buscaba espazos para facer cousas que non se podían facer», dijo. El proyecto municipal ofrece espacios y actividades similares a las que los inquilinos de la Comandancia desarrollan.

El regidor entiende que un bien público «hai que abrilo a toda a cidadanía» y apunta que se buscará «unha fórmula de xestión que implique aos usuarios, pero que teña en conta tamén ao Concello», dijo.

Su intención es agotar la vía del diálogo para conseguir que esas personas abandonen el inmueble durante las obras y puedan utilizarlo después como cualquier vecino de la ciudad. Eso sí, si al final no se llega a una solución, el regidor apunta que habrá que «aplicar os mecanismos legais que temos para recuperar a posesión».

«Sufrimos durante años robos, amenazas e incendios provocados»

Los vecinos de los bloques 15, 17, 19 y 21 de la calle Ribeira Sacra fueron desde un principio los que más problemas sufrieron debido a la okupación de algunas viviendas «por gente que no puede vivir en comunidad», contaba ayer una vecina del número 15. María recuerda que hubo épocas en las que «vivíamos con mucho miedo, porque ya no eran los destrozos que hacían, sino las amenazas y los robos». Una residente del número 17 cuenta que «hoy en día ya no existen esos problemas. La mayoría de los delincuentes que se vinieron a vivir aquí ya se fueron y estamos más tranquilos». Recuerda que el vehículo de su vecino fue rayado hasta seis veces y hasta le robaron las ruedas. «Aquí vivimos de todo, pero ahora está mucho más calmado», concluye la mujer.