La venta del edificio obliga a cerrar el Bazar de Pepe, abierto en 1929
A CORUÑA CIUDAD
Los responsables del local descartan irse a otro sitio porque «se han vuelto locos con los precios de los bajos»
19 dic 2017 . Actualizado a las 05:00 h.«Te dejé un póster de Con faldas y a lo loco para enmarcar...». «¡Que pena que pechedes!». «Quería ese cuadro de A Coruña del escaparate». «Vou levar tamén un peluche deses». Esto decían algunos de los numerosos clientes que al mediodía de ayer entraban y salían del Bazar de Pepe, en el número 80 de la calle Real. En el escaparate, dominado en otro tiempo por juguetes como los Scalextric, anuncian ahora la liquidación por cierre. «Han vendido el edificio y nos tenemos que ir», explica Paloma López de Mena. «No me dejan decir quién lo compró», argumenta esta mujer que guarda memoria, y fotografías, de un establecimiento que en 1929 se presentaba así en una revista de la época: «Esta casa, recientemente inaugurada, presenta las últimas novedades en objetos para regalo, juguetería fina y cuantos artículos se relacionen con este ramo». Antes de que José López Cabeza y su esposa, Josefina Santos, abrieran el Bazar de Pepe, el local estaba ocupado por Juan Otero. Mercería y Novedades.
Con el paso de los años se harían cargo del bazar, actualmente uno de los locales comerciales más antiguos de la calle Real, Rafael, hijo del fundador, y su esposa, María del Carmen de Mena Rocha. Paloma, y antes Carlos, son la tercera generación de unos comerciantes que supieron ir adaptándose a los tiempos y, mientras en invierno predominaban los juguetes, en verano «se vendían cosas regionales para los turistas, que entonces eran todos españoles», evoca.
«Fijaos a ver qué hacen con esto después», pide Paloma señalando el suelo original de un local que también se especializaría en marcos y donde incluso el cliente podía pedir que un dibujante le hiciera un retrato. Todo esto llega a su fin y las previsiones son que para finales de enero o principios de febrero del próximo año bajen la persiana. Sobre la posibilidad de irse a otro local, Paloma sostiene que no es posible porque «se han vuelto locos con los precios de los bajos». Y en la misma línea sentencia: «La calle Real murió». Lo dice quien lleva toda una vida en ella.