Ninguna norma prohíbe bañarse en la playa incluso con alerta naranja

FErnando Molezún A CORUÑA / LA VOZ

A CORUÑA CIUDAD

César Quián

Otro susto en Riazor, donde ayer tuvo que ser rescatado un hombre de 89 años

15 dic 2017 . Actualizado a las 07:36 h.

El aviso de alerta naranja en la costa por olas de hasta seis metros no amedrentó a Manuel, un veterano bañista de 89 años, a la hora de repetir en la mañana de ayer el ritual que realiza en el arenal de Riazor todos los días del año, sea invierno o verano. Se metió en el agua, como cada mañana, pero por poco no lo cuenta. Por suerte estaba cerca Antonio Santos, compañero suyo de baño, quien no dudó en tirarse al agua a socorrer a su amigo cuando vio que se lo llevaba el mar. La intervención de la Policía Local fue clave para evitar otra tragedia en Riazor.

Entre los que fueron testigos del rescate se planteaba ayer la cuestión de si tendría esta imprudencia alguna consecuencia para el bañista. Hasta tres coches de policía y una ambulancia se acercaron al lugar de los hechos. ¿Qué coste tiene esto para el causante de esta movilización? De entrada parece que ninguno. No existe una ordenanza municipal ni ninguna otra normativa para exigir responsabilidades por estas acciones o establecer un régimen de multas, incluso cuando hay alerta naranja, como ayer. En ocasiones especiales -como la noche de San Juan-, sí se publica un bando municipal que avisa de determinadas prohibiciones que se ciñen a un día concreto.

Otra de las dudas que suscitaban comentarios entre los presentes era si debería haber estado cerrada la playa ante la alerta naranja por olas de seis metros. A diferencia del pasado fin de semana, con el paso de Ana por nuestra ciudad, ni la rotonda de las Esclavas ni el dique de abrigo estaban en la mañana de ayer acordonados para impedir el paso de transeúntes.

Lo ocurrido ayer en Riazor es otra muestra de una imprudencia que pudo haber tenido consecuencias fatales. Poco después de las once de la mañana de ayer saltaba la alerta en la zona pegada a las Esclavas de la playa de Riazor, allí donde se suelen dar cita los bañistas de invierno. Dadas las condiciones meteorológicas no había gente en el agua, pero este casi nonagenario decidió meterse en el mar a pesar de que Antonio le avisó del peligro: «Viene todos los días a bañarse, pero hoy ya le dije que tuviese cuidado, que no estaba el mar para juegos. Me dijo que solo se iba a mojar las piernas, pero ya vi que no salía», relataba a Radio Voz en el lugar de los hechos el rescatador. No dudó ni un instante en coger el salvavidas que hay en la caseta de salvamento próxima y, atado a una cuerda, se lo tiró a su amigo, «que ya ni se movía y estaba boca abajo», explica. Así que se metió él también en el agua.

«En un momento pensé que nos íbamos los dos, porque nos podía salir. Había mucha gente mirando, pero nadie tiraba de la cuerda del salvavidas», relata Antonio, que tuvo que esperar a la llegada de los agentes de la Policía Local: «Menos mal que llegaron pronto. Noté que tiraba alguien con mucha fuerza y que nos arrastraba hasta la orilla». Metidos en el agua casi hasta la cintura, los agentes sacaron a los bañistas. En un primer momento, Manuel tardó en reaccionar, así que lo tumbaron en la arena y le abrigó un agente con su cazadora hasta que pudieron cubrirle con una manta térmica mientras esperaba a la ambulancia.

Finalmente todo quedó en un susto. Manuel fue trasladado al hospital «por precaución, porque aunque tiene una ligera hipotermia está consciente y se encuentra bien», afirmaron los sanitarios. Mientras, su salvador se volvía a vestir ante el reconocimiento de los presentes y se ponía a hacer sus ejercicios gimnásticos de cada mañana.